Diario de León

Novela gráfica

Manual para aprender a procrastinar

Olivier Schrauwen presenta la obra grafica ‘Domingo flamenco’

Olivier Schrauwen, autor de ‘Domingo flamenco’.

Olivier Schrauwen, autor de ‘Domingo flamenco’.MARTA PÉREZ

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Filandón

Sergio Andreu

P ocos sentimientos están tan denostados en la actualidad digital como el aburrimiento, está mal visto, es «de perdedores», una angustia milenial a la que el dibujante belga Olivier Schrauwen da la vuelta en «Domingo flamenco», casi un tratado sobre el tedio y la procrastinación en forma de novela gráfica. Las cerca de 500 páginas de este «Domingo flamenco» (Fulgencio Pimentel) flamenco, no equivocarse, porque el autor es originario de Brujas, en Flandes- están, sin embargo, muy lejos de resultar aburridas. El historietista despliega para evitarlo el arsenal gráfico y narrativo que lo han convertido en uno de los autores europeos más reconocidos del cómic alternativo, con obras como la biografía fantástica de su abuelo «Arsene Schrauwen» o «Mowgli en el espejo».

Schrauwen hace aquí del lector un voyeur que se mete en la casa y en la cabeza de Thibault, un supuesto primo suyo -en su línea de transformar a familiares en personajes- enfrentado a una más que previsible anodina jornada de domingo, abandonado a los pensamientos y divagaciones más oscuras, al onanismo escapista y a la inacción paralizante . odo mientras espera en la soledad de su casa la llegada de su novia, a la que tampoco sabe si quiere o no. «El protagonista no soporta esa soledad, intenta hacer algo para no estar aburrido mientras espera no sabe qué, pero realmente se aburre», explica el autor a EFE sobre un personaje compuesto a base de experiencias íntimas y de gente de su entorno, que le sirven para crear un documental gráfico sobre el hastío y el bloqueo vital de un treintañero próximo ya a los cuarenta. «Thibault está pasando un día muy malo, está en un callejón sin salida, pero creo que al final va a acabar bien. No es para nada un cuento moral sobre la pereza o nada por el estilo, es, simplemente, una descripción de sentimientos y sensaciones que encuentro en mí y en quienes me rodean», afirma el dibujante en Barcelona, invitado en la 11ª edición del salón GRAF de cómic independiente.

El enganche a las redes sociales, al smartphone, al correo electrónico, están muy presentes en estas páginas, reflejo de cómo esas herramientas digitales, creadas para facilitar la vida y la realización de tareas, se han transformado en vallas infranqueables, pantallas que devoran el tiempo sin ofrecer recompensa a cambio. «El personaje tiene un problema de concentración, para él el smartphone es un auténtico problema, porque con él en las manos es más fácil dejar la cosas que tienes que hacer para más tarde. Pero aunque no usara el móvil o las redes seguro que encontraba otra manera de perder el tiempo», apunta el autor, que reconoce su propia adicción en internet: ver vídeos de animalitos. «Para mí, Thibault no es perezoso, él quiere hacer cosas pero usa sus fuerzas como no debe y no obtiene resultados palpables. Creo que es mejor ser un poco perezoso que demasiado frenético y estar todo el rato haciendo cosas, hay que ser realista», defiende el autor -que actualmente vive en Berlín- acerca del derecho a no hacer nada.

Además de ver al protagonista vagar semidesnudo por la casa mientras tararea y baila a ritmo de James Brown, observar a su parsimonioso gato, cotillear por la ventana a los vecinos o intentar leer sin éxito un libro de ornitología, Schrauwen pone el foco en lo que pasa, o Thibault imagina que pasa, fuera de esas cuatro paredes, donde la vida sigue para su novia y sus amigos.

De hecho, y aunque el lector puede hacer caso omiso de las mismas, el dibujante ofrece al principio del libro unas instrucciones de lectura para entender a qué momento corresponden los diferentes estilos gráficos que utiliza, que van desde los pensamientos del protagonista, la realidad dentro de la casa, los recuerdos, o el punto de vista del resto de personajes.

«Primero publiqué el libro en pequeños fragmentos y se lo di a leer a mi padre y como no lo acababa de entender muy bien, me decidí a poner estas instrucciones, pero se puede leer perfectamente sin tenerlas en cuenta», afirma el dibujante.Lo que sí ve necesarias son las cerca de 500 páginas para obtener el tono deseado del libro: «el equilibrio es bastante complicado, no quería resultar aburrido, ni pesado para el lector, pero tenía que intentar conseguir esa sensación aunque supusiera un riesgo», defiende el dibujante sobre la extensión de su trabajo.

Schrauwen forma parte de la treintena de invitados del festival GRAF, una importante cita del sector del cómic independiente y ‘underground’ impulsado por pequeñas editoriales y la autoedición, que se celebra este fin de semana en Barcelona, con la presencia 130 expositores en el recinto de la antigua fábrica Fabra i Coats.

«El personaje tiene un problema de concentración, para él el smartphone es un auténtico problema»

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