Diario de León

Después de la Velvet, ¿nadie más?

Nunca habrá nadie como los personajes que dieron vida a este grupo de rock que convirtió sus apariciones en algo mítico

León

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La pregunta tiene la trampa en la respuesta. Por supuesto, que en el modo de hacer, de trascender y contexto histórico, no. Y por los personajes que viajaron, nunca mejor dicho, en la Velvet Underground, aún menos. Nunca habrá nadie como ellos. Ni sus efectos secundarios.

Pero empecemos por el final. Que en este caso es antes. En las circunstancias actuales de producción, difusión y tratamiento de la cultura, sería impensable que un grupo creara el halo de misterio, de imprevisibilidad, experimentación y riesgo que los buenos, entonces diabólicos, de Lou Reed, Sterling Morrison , John Cale y Moe Tucker, más Nico, con el entonces ubicuo Andy Warhol, dibujaron como expresión musical al límite. Es más, sería imposible conseguir el efecto, porque la mercadotecnia ya se encargó en múltiples casos de convertir el medio en fin y adelantar, tanto, las etiquetas de renovadores, vanguardistas y demás calificativos, que aparecieron subproductos tan vacuos como sobrecargados de imagen.

La realidad, y las crónicas, nos dicen que The Velvet Underground fue un fracaso. Eso sí, contaban con la ventaja de que sus noticias llegaban a través de segundos y terceros, y la leyenda, por tanto, estaba a su favor. Pero el grupo aunque no lo pretendiera, no era un llenaestadios al uso de grupos coetáneos. Es como si en León surgiera un grupo que tocara ante 30 o 40 personas y que, con el paso del tiempo, sus conciertos y apariciones, así como sus propuestas, se convirtieran en territorio mítico. Y que más adelante se les valorara. En estos tiempos de click fácil, como habría la pesada constancia gráfica y sonora (qué más da si se ve mal o suena horrible), la reacción lógica sería: Ah! No eran para tanto. Algo, que, en forma de desencanto o de constatación, no hace tantos años se comprobaba cuando no había otro remedio que aquel de que Mahoma fuera a la montaña, porque, se sabía con seguridad, que esta no vendría nunca. No como ahora, que hay quien cree haber estado en Islandia porque vio un documental on line, en directo, en tres dimensiones.

The Velvet Underground no era un grupo de diseño, aunque lo pareciera. Y era un grupo de rock, aunque tampoco lo pareciera. Los expertos sitúan su universo creativo con una terminología que se utiliza ahora para lo mismo: para enfocar algo como dentro de lo experimental y la vanguardia. Pero se da la circunstancia de que hablamos de una banda que dejó de existir en 1970, casi a la vez, por ejemplo, que Los Beatles. Y mientras otros coetáneos suyos siguen dándole a lo mismo, cargados de satisfacción rockanrolera.

El ánimo ruidista, estridente, la atmósfera subterránea, y el ánimo multidisciplinar fueron algunas de las señas de identidad de la Velvet. La introducción de géneros visuales y textos, armas al servicio de un maremágnum de intenciones en manos de tipos con tanto talento como ánimo y proclividad al exceso. Y sus efectos, aún latentes, se han visto en otros artistas que han recurrido a sus formas, como tributo e influencias, con nombres de gran importancia, reiterados a la hora de explicar a Reed y compañía, como es el caso de los tan vigentes Joy Division

Efectos

Pero, al margen de nombres, la importancia de The Velvet Underground tiene como máxima expresión su efecto expansivo a través de estilos y generaciones que han visto en la banda un jugoso caldo de cultivo para caminar protegidos al margen de las tendencias dictadas.

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