Diario de León

CANTO RODADO

lluvia dura

la polémica del nobel de literatura ha sonado como ‘lluvia dura’ sobre la fiesta nacional y el banquillo de los acusados de la audiencia nacional

León

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Dicen que dijo Octavio Paz que la poesía puede ser tanto un poema, como un lienzo, un jarrón de la dinastía Ming o, simplemente, una canción de Bob Dylan. Ahora que la academia sueca ha otorgado el Premio Nobel de Literatura a este músico de preciosos ojos azules y nariz judía asistimos a un debate planetario sobre lo acertado o erróneo de la decisión.

A mí me hizo gracia. Like a Rolling Stone sonó en la radio el día anterior a conocerse el fallo. ¿Sería una premonición? A la misma hora llovía «duro», pero no tan poéticamente como en otra canción de Dylan (A hard rain’s a gonna fall), sobre la fiesta nacional reducida a un desfile militar. Por más decreto que la regule, no tiene parangón con la raigambre de la Feriona de Villablino, el sabor la feria del Pilar de Boñar o la fiesta grande Zaragoza.

La lluvia no despejó el ambiente, aunque la reina llevara ella solita el paraguas. Eso sí, se destiñeron las banderas de los patriotas de ocasión en el aguacero de corrupción que ha salido por la boca de Francisco Correa.

El cabecilla de la trama Gürtel es el protagonista de la actuación estelar en el banquillo de la Audiencia Nacional. Un personaje perfecto para una obra de Darío Fo, premio Nobel de Literatura de 1997 fallecido esta semana, como esa titulada Séptimo mandamiento: No robarás... pero un poco menos.

Robar lo normal

Porque t al y como lo cuenta Correa, el pago de comisiones y el tinglado que se montó entre Génova, 13 , su empresa y los dedos de los ministerios era lo normal. «Lo hacía todo el mundo», dice. Y añade: «El problema es que a mí me han pillado...». Con el carrito del helado. Y con los millones en Suiza. «Estaba solamente robando la caja, espero que me comprendan...», dice otra canción de Dylan, Hurricane, la que dedicó al boxeador Rubin Carter. Nadie se sonroja ante las confesiones de Francisco Correa en las que el PP aparece metido en la corrupción. Aznar y Rajoy salen indemnes. Como que el PP no fuera su partido ni ellos sus presidentes.

El PSOE, en un último intento de sobrevivir, está dispuesto a correr un tupido velo. El asturiano que encabeza su gestora y la gesta de los barones nos regaló esta perla: «No hay que hacer una barricada ética al PP». Y apostilla la vicepresidenta, en perfecta rima política, que la corrupción «es cosa del pasado». Soraya, aficionada al karaoke, estuvo a punto de cantar ese otro tema dylaniano: «Todo está bien ma».

Pero la barricada es la porquería que guardan debajo de las alfombras, las tarjetas black, los correos electrónicos que advirtieron del fiasco de sacar a Bankia a la Bolsa, las acusaciones que penden sobre los ministerios de Fomento y Medio Ambiente de dar obras a dedo a cambio de comisiones... Y también los millones ‘distraidos’ a los Eres en Andalucía, feudo del PSOE que regenta la baronesa Susana Díaz.

Las que faltan

Sólo quiero que sepan que puedo verlos a través de sus máscaras», dice otra canción de Dylan, Masters of War, tan rabiosamente actual como la guerra en Siria: « Ustedes, que fabrican las grandes armas, ustedes que construyen los aviones de la muerte...». Ustedes que en nombre de la libertad de comercio venden a los pueblos a las multinacionales, se podría añadir hoy.

¿Merece o no Dylan el premio? T he answer is blowin’ in the wind . La respuesta está en el aire. En esta semana llena de resonancias femeninas, de Pilares y Teresas, agricultoras, ganaderas, ciudadanas del mundo rural, cuidadoras todas, la polémica ha sonado como la lluvia dura sobre esas calles de León tan faltas de nombres femeninos. Por cierto, sólo el 1% de los Nobel han recaído en mujeres. ¿De verdad creen que hay tan pocas que lo merezcan?

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