Conocer León / El hombre que pone alas a la ciudad
El León que nunca has visto
■ Sin moverse del suelo accede a otro paisaje de los lugares que pisamos a diario ■ Pone alas a León y lo muestra como nadie lo ha visto antes ■ Los drones de David Iriondo y Visuair son los ojos en el cielo de quienes están con los pies en la tierra
Quizá sólo Gaudí y él han visto así Botines . Una casa que te mira, con sus dos ventanucos en el torreón como si fueran ojos que todo lo observan, como un gran búho, el espía de la ciudad oculto en una torre, como si Antoni Gaudí i Cornet, el arquitecto que hizo magia con la geometría y el volumen, hubiera encerrado allí para siempre al dragón contra el que luchó San Jorge.
Y él tampoco lo habría visto nunca si no levanta su dron y sobrevuela el edificio que parece sacado de un cuento, de hadas madrinas o de brujas. Aún no se sabe.
Quizá sólo él y Gaudí lo habían visto. Hasta ahora.
Es como si Gaudí hubiera encerrado allí para siempre al dragón contra el que luchó San Jorge
«Víctor India Sierra Uniform Alfa India Romeo». David Iriondo deletrea a la torre de control el nombre de su empresa en alfabeto aeronáutico.
Tiene listo su plan de vuelo. Va a sobrevolar la ciudad. Es piloto. De drones.
Sin moverse del suelo accede a otro paisaje de lugares que pisamos a diario. Pone alas a León y lo muestra como nunca lo hemos visto. Los ojos en el cielo de quienes tenemos los pies en la tierra.
Cada vuelo es una sorpresa. Y un privilegio. Ver el mundo con altura. Con otra perspectiva. Cada vez que levanta sus drones descubre el espectáculo desconocido que ha creado la naturaleza o el hombre. Una aventura que comienza en el despegue y que acaba sólo cuando todo está documentado y fotografiado.
Ver lo que imaginó Gaudí y que ha permanecido oculto desde hace 130 años fue una de las sorpresas de ese viaje por los cielos que David Iriondo emprende cada día. A veces está ahí, según alza el vuelo. A un palmo sobre el suelo. Entonces, aterriza y vuelve a empezar, con la vista fija en lo que ya ha visto, para volverlo a contemplar.
Es el primero en descubrir lo que no es perceptible a simple vista: Ordoño verde otra vez aunque no sea de negrillas sino de pavimento pintado, el crepúsculo luchando contra los leds de la ciudad más nueva, el milagro del monasterio de Carrecedelo salvado de la niebla, la herida que una carretera deja al atravesar los Picos de Europa, los tejados de la Catedral, la soledad de la ermita de San Froilán en Valdorria, el Encuentro de la procesión de los Pasos con los leoneses en la Plaza Mayor la mañana del Viernes Santo, el azul profundo del lago Isoba...
Hay paisajes que han quedado grabados para siempre en su memoria. Por encima de todos, el de una vista de Picos de Europa a vuelo de dron. La imponente mole de granito que era la primera tierra que avistaban los marinos, la bravura del Cantábrico batiendo la espuma de las olas contra la costa, los pastos verdes de alta montaña, los valles sombreados por los bosques, la luz infinita del cielo azul, todo en un mismo plano.
Fue en mayo de 2021, en plena pandemia. Ahí estaba la naturaleza, como escapada, como refugio, como premio. Para entonces, Iriondo llevaba ya más de una década entre drones.
El primero lo levantó —y lo estrelló— en Cuadros, en la casa de su suegro. Luego, sobrevoló los Oteros y se dejó fascinar para siempre por el oro de los trigales y el verde de las cepas, que con razón fue territorio de realengo en el medievo.
De ahí la embalse del Porma y luego a Murias de Rechivaldo, donde la productora AMC Netwoorks le llamó para seguir desde el cielo al cocinero Íñigo Urrechu en su periplo para el programa ‘Atleta y Gourmet’ que emitía La 2.
El primer dron lo levantó —y lo estrelló— en Cuadros, en la casa de su suegro
De aquellas grabaciones recuerda la dificultad de seguir entre los árboles, sin volver a estrellar un dron, al chef, que fue jefe de cocina en el restaurante de Martín Berasategui con tres estrellas Michelín.
Fue quizá ahí donde decidió que la fotografía aérea con drones iba a ser su vida.
Creó la primera empresa operadora de drones de León, Visuair, y obtuvo todas las licencias para pilotar RPAS, vehículos aéreos no tripulados, incluido el certificado médico que se exigía entonces para un piloto civil. 180 euros le costó.
Con todo en marcha, se fue a dronear con un equipo de la televisión japonesa que analizaba al milímetro Las Médulas y sus canales, una maravilla de la ingeniería del mundo antiguo que los romanos excavaron en el Bierzo para arrancar a la tierra miles de kilos de oro con los que hacer frente a los gastos de Roma, aunque no pagara traidores.
Nunca le ha temblado el pulso. Ni cuando entró con sus drones en la Catedral de León para fotografiar las vidrieras, una joya del gótico universal.
En cambio, su trabajo más complicado ha sido al aire libre, en el Encuentro en la Plaza Mayor la mañana del Viernes Santo. No sobrevolar a la gente, cumplir las trayectorias de vuelo marcadas, estar pendiente de la composición de los planos y de la configuración de la cámara, seguir las instrucciones de realización de La 8 de León... y fue, sin embargo, el más emocionante, confiesa.
Algo tiene el Nazareno.
Su trabajo. Una vista de la tierra desde el cielo. Un regalo para seres terrestres a los que David Iriondo permite levantar el vuelo y ver la maravilla en la que viven.
El hombre que pone alas a León
En una cala, imaginó un dron llevando cervezas a los bañistas y, quizá, un poco de marisco. Por qué no. Era cuando los drones eran sólo de uso militar.
David Iriondo dio el salto desde el diseño de páginas web y posicionamiento Google —la página de la estación de esquí sanisidro.net es suya— a la fotografía aérea con drones y creó la primera empresa operadora de drones de León, Visuair. Con ella ha ido evolucionando al ritmo no sólo de la técnica, también de la legislación vigente.
Tiene todos los permisos —y la formación— para sobrevolar ciudades. Un inmenso mundo profesional en el que hace también seguimiento de obras públicas para la grandes empresas que construyen autovías, ortofotografía con la misma validez de un plano cartográfico para georeferenciar construcciones como parques eólicos o fotografía en 3D con drones para patrimonio y arquitectura.