Diario de León

¿Por qué fracasan los escolares españoles?»

Los índices de conocimientos y las capacidades de los estudiantes españoles han sido y son uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los sucesivos gobiernos. Esperemos que no se convierta en el tema de nuestro tiempo

PACO RODRÍGUEZ

PACO RODRÍGUEZ

León

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La evaluación realizada por la OCDE no deja lugar a las dudas. La situación de los escolares españoles no es brillante. Fallan en matemáticas, en lectura y en ciencias, es decir, no alcanzan los niveles mínimos exigidos en áreas que vertebran el hábeas educativo básico del plan de estudios. Según el informe Pisa 2003, en el que participan 250.000 escolares de 41 países, España está en el puesto 26, detrás de naciones como Eslovaquia, Hungría o Macao. Además, se constata que desde el anterior informe, realizado en el año 2000, la distancia entre España y los países que mejor puesto obtienen en la tabla no ha hecho sino aumentar. Si en el 2000 el 20% de los adolescentes no alcanzaba el nivel mínimo en matemáticas, ese porcentaje se elevó el año pasado al 23%. En el caso español llama poderosamente la atención el escaso nivel de excelencia: sólo el 1% de los estudiantes obtiene la mejor calificación, siendo la media de la OCDE el 4%. En lectura ocurre algo parecido. El 21% de los quinceañeros no alcanza siquiera el nivel básico de lectura y compresión de textos escritos y ha perdido posiciones a nivel general respecto al año 2000. La OCDE recomienda a los países como España que pongan en marcha un marco educativo cuyo denominador común sea la ambición, las reglas disciplinarias constructivas y las relaciones estrechas entre profesores y alumnos para lograr una enseñanza ideal. La situación, como vemos, dista mucho de resultar ideal y lo peor es que no se trata de algo que halla pillado por sorpresa a los agentes educativos. Docentes y catedráticos se han venido quejando del notable descenso que se ha producido en el nivel que tienen los estudiantes. Ya no son sólo las faltas de ortografía. En los últimos años, se ha producido un declive de tal magnitud, que en muchos casos los alumnos no son capaces de comprender textos que hace diez años habrían sido considerados simples. Historia y evolución Desde el comienzo de la transición se han sucedido reformas educativas que no han conseguido sino llevar a los estudiantes a un callejón sin salida, a una situación sin retorno en la que la única opción es igualar a todos por la base. Ya no se busca la excelencia, sino optimizar los recursos de los que se dispone para conseguir un nivel básico de destrezas con las que poder moverse por la vida. Para poder tener una visión global de cómo ha cambiado la educación en España en los últimos cuarenta años hay que trasladarse a la Ley General de la Educación de 1970. Ésta venía a cambiar el esquema de una normativa cuyos fines educativos se concebían de manera muy distinta y reflejaban un estilo clasista opuesto a la aspiración de democratizar la enseñanza. Se trataba de atender las necesidades de una sociedad diferente. España tenía por entonces quince millones de habitantes, un 75% de analfabetos, 2.500.00 jornaleros del campo y 260.000 «pobres de solemnidad». La estructura socioeconómica era preindustrial y tan sólo había algunos intentos aislados de industrialización. Era un sistema educativo para una sociedad estática. Es entonces cuando surge la LGE, que establecía dos cuerpos de enseñanza: Educación General Básica, que se establecía único, obligatorio y el Bachillerato Unificado y Polivalente, que aspiraba a llegar a ser gratuito cuando «las condiciones económicas del país lo permitieran». Con la llegada del PSOE se aprueba la siguiente ley educativa: la Logse y, con ella, se cambia el espíritu de la educación. El preámbulo de esta ley establecía que el objetivo fundamental de la educación era el de proporcionar a los niños una formación plena que les permitiera conformar su propia y esencial identidad, así como construir una concepción de la realidad que integrara a la vez el conocimiento y la valoración ética y moral de la misma. Pero ¿Qué cambios introdujo la Logse? Para empezar, hay que destacar que con la Logse surgió un nuevo término: la comprensividad. Desde la implantación de esta ley, el sistema educativo español pasó a ser «comprensivo». Este palabra indica que abarca a todos los ciudadanos, incluyéndolos en el mismo sistema hasta los 16 años. Es decir, pase lo que pase, los alumnos tendrán que estar en el instituto hasta esa edad. Esta idea se explica muy bien si se acude al libro del primer ministro de Educación socialista. José María Maravall. En La reforma de la enseñanza, éste defiende que la igualdad de oportunidades implica la igualdad de resultados: «En tanto que la educación es obligatoria debe aspirarse a la igualdad de resultados. La educación básica no es una carrera de obstáculos, no es el lugar donde deba darse rienda suelta a la competitividad de los alumnos y menos estimular el espíritu de rivalidad. Se trata de un nivel educativo que tiene por objeto proporcionar una instrucción básica, servir a la formación de todos los ciudadanos». Este párrafo supone el final de la competitividad y del esfuerzo y, por lo tanto, de la excelencia educativa. A partir de ese momento se inicia un sistema en el que se busca la igualación por abajo. En lugar de elevar los niveles de exigencia para, de verdad, hacer cierto el derecho a la igualdad de oportunidades, éstos se redujeron hasta límites absurdos. Se buscaba que nadie estuviera por encima de nadie y lo que, en realidad se conseguió fue disminuir las posibilidades de promoción social de la mayoría. Otra de las características de la Logse fue el desarrollo curricular. Este término viene a sustituir al de plan de estudios y significa que, además de los conocimientos, la educación será la columna vertebral en el desarrollo de la persona. Entre los Reales Decretos de la Ley está el siguiente párrafo: «El carácter integral del currículo significa también que en él se incorporan elementos educativos básicos que han de integrarse en las diferentes áreas y que la sociedad demanda, tales como la educación para la paz, para la salud, para la igualdad entre sexos, educación ambiental, educación del consumidor y educación vial». Es decir, se pone en marcha un sistema educativo en el que la adquisición de conocimientos y destrezas pasa a un segundo plano y se pone por delante el desarrollo del individuo. En la práctica, se redujo el horario dedicado a las matemáticas, la lengua o la historia para ampliar el tiempo de materias más difusas, como lenguas vernáculas, conocimiento del medio o de la historia de cada comunidad autónoma. Pero ¿En qué medida se desarrollan en la práctica estos planteamientos teóricos? Para empezar, se acaba con el sistema de calificaciones y notas. Los sobresaliente, notable, bien, suficiente e insuficiente de siempre son sustituidos por Progresa adecuadamente y necesita mejorar . Primera medida para lograr la igualdad de resultados. Fracaso En segundo lugar se pone en marcha el eufemismo de la promoción automática. En la práctica, lo que esta decisión supone es que los estudiantes dejan de repetir curso. La ley decía que en Primaria se podría repetir curso tres veces y en Secundaria, dos, una en cada ciclo. Pero en la realidad, el sistema educativo se convirtió en un coladero en el que los alumnos pasaban de curso con cuatro y más asignaturas suspensas. Los datos que cada año ofrece la Dirección Provincial de León son claros: Sólo el 60% de quienes obtienen el Graduado escolar lo hace con todas las asignaturas aprobadas, el 20% de cuantos pasan de curso no están realmente en condición de hacerlo y el 50% de los estudiantes no logra aprobar materias como lengua, matemáticas o historia. Pero hay más. Alrededor del 30% de los escolares leoneses de segundo de ESO no logran pasar curso. En tercero de la ESO, el porcentaje de los centros públicos se eleva hasta casi un 32 por ciento, mientras que en los privados el monto desciende hasta un 14,9 por ciento. En cuarto curso, el número de alumnos que no promocionan sube hasta el 30% y en los privados a un 21,5%. En cuanto a las asignaturas no superadas, el panorama no deja de ser menos alentador. Matemáticas, lengua e historia son las tres asignaturas que más cuestan a los alumnos. El fracaso en las materias se concentra en una franja que va del 38% al 50%. Hasta aquí los errores de un ley. También hay voces que claman que la Logse ha sido beneficiosa para el país. Sus defensores arguyen que el fracaso escolar en el sistema educativo español no es nuevo ni achacable a la ley. «Escolarizar hasta los 16 años a la población que, hasta entonces, estaba fuera del sistema educativo es un logro histórico que ha generado nuevas necesidades y requiere soluciones también nuevas». Quienes defienden esta tendencia educativa consideran que el fracaso no es una maldición insuperable que se puede utilizar para expulsar al escolar desmotivado. «Quienes fracasan en la escuela tienen rostro, son chicos y chicas singulares, con unas determinadas condiciones familiares, sociales y culturales: No podemos culpabilizarles y ponerles aún más barreras que obstaculicen su derecho a la educación». En cuanto al procedimiento de calificación, consideran que la evaluación ha de ser realizada siempre de acuerdo a criterios de justicia social, con lo que nunca debería ser utilizada para discriminar o segregar al alumnado. Si la escolaridad obligatoria es comprensiva, no debe dirigirse a la clasificación o etiquetado. Además, en lo que a la promoción automática se refiere, cuantos defienden este sistema están convencidos de que las repeticiones de curso no mejoran las condiciones de los que repiten, sino que generan sentimientos de fracaso y pérdida de autoestima, ruptura de relaciones sociales y selección social. La promoción, por lo tanto, y si se lleva a cabo de manera adecuada, reduce el aislamiento y realza los logros de los alumnos más necesitados, elevando al tiempo la calidad de todos. Llega la Loce La llegada al poder del PP pone en marcha una estrategia para cambiar los puntos más polémicos de la Logse. Los problemas comienzan cuando Esperanza Aguirre trata de incrementar el horario dedicado a materias troncales y activa la reforma en la enseñanza de las humanidades. Todos los partidos políticos se opusieron a este cambio por entender que entraba en colisión con las enseñanzas de la historia de cada una de las regiones. Con posterioridad, ya con Pilar del Castillo como ministra, se inicia la cuenta atrás para la elaboración de la Loce -Ley de Calidad de la Enseñanza-. Los puntos más polémicos de esta nueva legislación preveían la supresión de la promoción automática -a partir de ese momento se repetiría con más de tres asignaturas suspensas-, el rescate de la reválida y la puesta en marcha de los itinerarios educativos. El PSOE se opuso de manera feroz a su aplicación, que habría comenzado justo en este curso escolar. La victoria socialista lo impidió y aún se desconoce cuáles serán los criterios con los que se articulará la nueva propuesta educativa. De momento, lo único que se sabe con certeza es que éste se denominará Una Educación de calidad para todos y entre todos, que formará parte del proyecto legislativo de reforma de la LOCE, y que el Consejo de Ministros lo remitirá a las Cortes en los primeros meses de 2005. Entre las líneas generales que se han apuntado se encuentran las siguientes: se eliminarán los itinerarios de la ESO que establecía la Loce. San Segundo considera que éstos son excluyentes y apuesta por programas integrales de compensación educativa en centros y zonas de atención preferente. Además Para la ministra, «no se debe plantear la Educación Infantil en dos etapas desconectadas», ya que «una Educación Infantil de calidad representa un instrumento básico de compensación de las desigualdades de origen» y confirmaba el compromiso del Gobierno de financiar la gratuidad de esta etapa. De igual modo, precisaba que se diseñará una prueba general entre el Bachillerato y la Universidad, que homologue el sistema educativo en la Secundaria y regule el acceso a los estudios superiores. Eso es todo. La llegada a la Universidad Entre los efectos más perniciosos del nivel con el que los estudiantes acaban la educación obligatoria, cabe destacar el descenso en las calificaciones que alcanzan cuando llegan a la Universidad. A este respecto, es de especial interés el estudio realizado por la Universidad de Zaragoza, y que lleva por nombre Resultados académicos por titulaciones . Entre las conclusiones de la investigación cabe destacar que a lo largo de los últimos diez años, ha caído de forma alarmante el porcentaje de alumnos que aprueban todas las asignaturas de cada curso. Por especialidades, el cambio de tendencia es mucho más alarmante. En esta facultad, donde el nivel de aprobados durante el curso 1987-1988 ascendía al 46 %, se produjo un importante descalabro, y en el curso 1996-1997 ya había bajado hasta el 26 %. Los aprobados en primera convocatoria no pasan del 6 %. Ciencias Físicas Esta especialidad alcanzaba hace diez años un 55% de aprobados; hoy apenas se roza el 20%. Medicina En algunas facultades y escuelas, sin embargo, la tendencia a la baja se ha podido frenar: en Medicina se ha pasado del 63 % al 61 %, y en Empresariales se ha mantenido en torno a un poco lucido 40 % de aprobados. Ingeniería Industrial El nuevo plan de Ingeniería Industrial produce verdaderas escabechinas: los alumnos que aprueban todas las asignaturas por curso no pasan del 7%. Filología inglesa Es la única carrera que repunta, situándose en un porcentaje del 31 % de aprobados, bastante pobre de todos modos para una filología moderna. Ante estos resultados, urgía preguntar a los profesores y catedráticos de la Universidad de León para que fuera su propia experiencia la que hablara sobre el nivel de los estudiantes que reciben cada año. Se trataba así de saber si es cierto que el descenso en el nivel y capacidades intelectuales es tan cierto como dicen. El vicedecano de la facultad de Educación de la Universidad de León, José María Santa Marta, admite que el nivel de los alumnos ha descendido mucho. «Las faltas de ortografía son frecuentes, los conocimientos escasos y, a veces, inexistentes», destaca. Sin embargo, añade que hoy en día los intereses son otros y los estudiantes son muy buenos en cuestiones que tienen más que ver con ramas de la informática y las nuevas tecnologías. Santa Marta añade que, si bien su capacidad crítica también es menor, hoy en día se tiende a una hiperespecialización que no gratifica en la medida de antes al alumno por su volumen cultural. Por otro lado, explica que la comparación respecto al pasado no puede ser mimética. «Hace veinte años estudiaba mucha menos gente que ahora», precisa. Además, destaca que hoy en día ya no existe una relación directa entre el estudio y la promoción social, puesto que, por lo general, tienen más problemas económicos los universitarios que aquellos alumnos que se decantan por la Formación Profesional. «Está claro que antes dabas por hecho que los estudiantes llegaban a la Universidad con un bagaje determinado; eso ha cambiado», afirma. Asimismo, declara que uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los catedráticos y profesores es la falta de interés. «La falta de conocimientos se suple con trabajo, porque hay gente que llega con deficiencias y se pone al día con esfuerzo, pero si no interesa...» Por su parte, César Chamorro, catedrático de Biología de la Universidad de León, explica que en su área no ha notado una especial decadencia, aunque es cierto que se ha producido un descenso en la capacidad sintética y de expresión de los alumnos, que se comprueba con facilidad en los exámenes escritos. Sin embargo, Chamorro precisa que, por lo general, viene a ocurrir lo de siempre. «El alumno que es bueno es muy bueno, y el malo...», ironiza. Por otro lado, pone en solfa el informe de la OCDE y se pregunta el universo sobre el que se hizo la encuesta y la época en la que se realizó. Cree que los estudiantes tienen defectos y déficits por igual. Para defender su tesis, pone como ejemplo Estados Unidos. Sus alumnos están entre los que han obtenido peores resultados en materias como matemáticas. «Y, sin embargo, tienen ni sé cuántos premios Nobel», comenta. Muestra su convencimiento en el hecho de que lo importante es que los estudiantes lleguen a la Universidad con una serie de herramientas fundamentales que les ayuden a desarrollar las destrezas para las que están destinados, y entra a criticar uno de los males endémicos de España: la falta de presupuestos para la investigación. «Cordero del Campillo solía decir que sólo los pobres despilfarran, y eso es lo que hacemos nosotros». Denuncia el hecho de que la Universidad forme grandes científicos que luego se ven obligados a partir hacia el exilio. «Aquí se enseña y luego son otros países los que se aprovechan; es el eterno ¡Que inventen ellos!», dice. El cansancio de los docentes Una de las causas que muchos aducen para explicar el debilitamiento intelectual de los alumnos es la falta de consideración que sufren en gran medida los docentes. Éstos se han venido quejando en los últimos años de la ausencia de autoridad que tienen para ejercer su labor y de la dificultad que supone tratar de impartir una clase cuando en el aula hay un buen número de alumnos que impiden que ésta se desarrolle con normalidad. El siete por ciento de bajas que cada año se producen en la docencia tienen su origen en la mala conducta de los estudiantes. Las bajas por depresión se originan a causa de comportamientos como la desobediencia, los insultos, la indisciplina, la falta de atención en clase y el absentismo escolar. Estrés, ansiedad, depresión, figuran entre las enfermedades psiquiátricas que más afectan a los docentes. A pesar de que, por el momento, los casos de violencia escolar no se han cebado con los colegios de la provincia, la falta de autoridad y la sensación de que la disciplina ha pasado a mejor vida genera entre los profesores una sensación de insatisfacción que suele acabar en baja laboral. Asimismo, la mala conducta en las aulas ha dejado de ser una actitud reprobable, desde el momento en el que los enseñantes dejan de tener medios para eliminar este tipo de comportamiento. Y es que hay que recordar que la figura de la expulsión ha desaparecido. Se trata de otro de los efectos de la comprensividad. El número de días con que se puede penalizar a un alumno es de tres y, para ello, debe haberse producido una falta muy grave. La realidad demuestra que el proceso es tan complicado que los docentes prefieren no ponerlo en marcha. Asimismo, los profesores tropiezan con un muro infranqueable. Los padres se convierten en numerosas ocasiones en un verdadero tapón para el progreso intelectual de sus hijos. Ni una ni dos, sino muchas veces, los escolares han tenido que enfrentarse a progenitores que no comprenden ni admiten los problemas que sus hijos infringen al resto. Además, prefieren entorpecer el aprendizaje de los niños si éste pasa por cambiar de clase, repetir curso o pasar a un plan de diversificación curricular. Todo esto conduce a lo que se denomina con el nombre de síndrome del profesor quemado, síndrome que cada vez tiene más «adeptos». Transmitir conocimientos, educar en valores, potenciar la imaginación, enseñar a pensar. Demasiadas responsabilidades con poca gratificación social, con escaso reconocimiento. Se les exige entrega, capacidad de escucha y de diálogo, flexibilidad, firmeza, curiosidad, intuición y muchotrabajo dentro y fuera del aula. Además, tienen que actualizar sus conocimientos de manera constante con el fin de preparar a los alumnos a los cambios que el mundo sufre cada día. Por otro lado, tienen que trabajar además como trabajadores sociales. Drogas, racismo, violencia, marginación... La escuela de hoy en día no tiene nada que ver con la imagen idílica que tenemos formada, y la sociedad considera normal que el maestro realice funciones cada vez más complejas. El esfuerzo y la disciplina no son valores en alza. Se lleva el ocio, el aprendizaje rápido y sin esfuerzo y la cultura de usar y tirar. Por lo tanto, a los profesores les toca la peor parte. Tienen que trabajar como docentes, como psicólogos, como benefactores sociales, como enfermeras, como mediadores sociales, como burócratas... Demasiados trabajos para una sola persona, que se ve obligada a desdoblarse. Lo extraño es que el síndrome de los quemados no haya vaciado las aulas.

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