Sánchez planea una ejecutiva sin la presencia de barones territoriales

p. de las heras | madrid

Pedro Sánchez quiere evitar que su segunda etapa al frente del PSOE vuelva a estar marcada por un enfrentamiento con los poderes territoriales del partido. Y eso signfica, entre otras cosas, que cada cuál tenga claro cuál es su sitio. De momento, ya ha lanzado un mensaje: ahora que es evidente que no debe el cargo a nadie más que a los militantes, no hará hueco en su ejecutiva a ni un solo secretario regional. Sí habrá, según explicó en un encuentro informal, un cierto equilibrio autonómico pero su intención es formar un equipo de «referentes» en las materias a las que vayan a dedicarse.

En el congreso extraordinario de 2014, cuando llegó por vez primera a la Secretaría General, Sánchez se vio obligado a pagar las deudas pendientes a aquellos que se volcaron para que ganara (o mejor dicho, para evitar que lo hiciera Eduardo Madina). Incorporó a la dirección al madrileño Tomás Gómez, luego defenestrado de manera fulminante como líder del PSM; al valenciano Ximo Puig; al navarro Roberto Jiménez; al vasco Patxi López; como vocal al castellano-manchego Emiliano García Page, y, como secretario de Organización, al riojano César Luena. A Susana Díaz le hizo presidenta de los órganos territoriales del partido.

En esta ocasión tiene las manos más libres y no descarta hacer cambios estructurales, pero aún es pronto para hablar de nombres más allá del responsable de Organización. Fuentes cercanas al secretario general explican que el cargo recaerá en el ahora secretario provincial de Valencia, José Luis Ábalos. El que fuera, junto a la asturiana Adriana Lastra, coordinador de su campaña de primarias hará las veces de portavoz parlamentario de manera provisional de aquí al congreso federal del 17 y 18 de junio, lo que significa que dará la réplica a Pablo Iglesias en el debate de la moción de censura del día 13, pero luego irá a Ferraz.

El papel de portavoz en el Congreso parece reservado para Lastra. La diputada, responsable de política municipal en la última ejecutiva, podría haber sido designada de inmediato para cubrir la vacante de Antonio Hernando, que dimitió del cargo la misma noche de las primarias. Pero el proceso congresual del PSOE no ha llegado a su fin y el partido sigue formalmente, aunque no políticamente, en manos de la dirección interina. Así que habría tenido que ser la gestora la que convocara al pleno del grupo parlamentario en un clima aún tenso para proceder a su nombramiento.

En el caso de Ábalos no es necesario ese trámite porque ya forma parte de la dirección del grupo en la Cámara baja, de manera que puede asumir la tarea sin más. Una vez pase el cónclave federal, en el que se votará a la ejecutiva de Sánchez y se aprobará el proyecto del partido, el secretario general procederá ya a una renovación completa del grupo en el Congreso, el Senado y el Parlamento Europeo.

El líder electo del PSOE confía en que, tras su aplastante victoria en la votación del domingo, las aguas se tranquilicen y sea posible alcanzar un nuevo equilibrio en el conjunto del partido. De momento, sus afines ya han empezado a trasladar a los barones que tienen sus congresos regionales a partir de julio que la paz territorial depende de que empiecen a demostrar que han entendido y asumen el resultado. Eso se haría presentando candidaturas de unidad, que respeten los porcentajes logrados en las primarias, en las asambleas y ‘congresillos’ provinciales que elegirán delegados al congreso federal de aquí al domingo.

En principio, la mayor parte de los barones ya han respondido que están dispuestos a enterrar el hacha de guerra y aceptan las listas unitarias de delegados. Sólo el aragonés Javier Lambán y la andaluza Susana Díaz pusieron pegas al planteamiento el martes. Aún así, en las filas de Sánchez también hay versos sueltos dispuestos a bombardear su estrategia.