«Los hijos tuvieron que quedar en casa mientras la madre se enterraba»

Las muertes por coronavirus están dejando estampas crueles en la provincia. En el pueblo de Regueras de Abajo, la primera vecina que falleció por esta enfermedad la pasada semana fue enterrada sin la presencia de sus dos hijos, que tuvieron que quedar confinados en su casa por recomendación sanitaria para no diseminar el virus.

«Ni estuvo el sacerdote ni nada, solo unos sobrinos. Sus hijos de 68 y 56 años que vivían con ella en el pueblo no pudieron salir al cementerio mientras se enterraba a su propia madre», explica el alcalde, Lorenzo Lobato, quien señala que el Ayuntamiento de Regueras de Arriba al que pertenece la localidad está llamándoles para ver si necesitan algo y atenderles.

Lo curioso es que creen que el contagio a la fallecida, de 90 años, se produjo de forma local por alguien asintomático. De ahí el bando municipal para limitar el movimiento de los vecinos y la llamada a la Unidad Militar de Emergencias (UME) que desinfectó el pueblo. En la misma línea que otros pueblos de la provincia.