Diario de León

El Gordo destrona durante cinco horas a la pandemia

Faltó el público. Los periodistas a la mitad, como los niños de San Idelfonso. Todos con mascarilla y con estrictas medidas de higiene

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León

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El sorteo de Navidad destronó durante cinco horas al coronavirus. La atención estaba ayer la lotería, en la espera del Gordo en un acto lento, pero no triste, que repartió 2.408 millones en las casi cinco horas de sorteo. La diosa fortuna y la ilusión ganó por unas horas a la pandemia, a pesar de que se lo puso difícil, con un sorteo de Navidad como no se había visto hasta ahora: sin público, con mamparas y los niños con mascarillas, y con un Gordo que se dejó esperar hasta media mañana.

Se extremaron las medidas de limpieza e higiene en los cambios de cada tabla. Los periodistas, la mitad que otras veces, como los niños de San Ildefonso que cantaron los premios. Todos con mascarilla, restricciones de movilidad y rodeados de mamparas de protección y limpiadoras. Faltaron en la sala los estrafalarios personajes que aportan colorido con sus disfraces, poco atentos a cómo caen los números de la suerte del bombo grande (100.000) buscando pareja en el pequeño, el de los premios, para aproximarse como Júpiter y Saturno lo hacían de madrugada en el firmamento.

Lento, largo, monocorde, nada saturnal, pero no triste. El remolón Gordo, el 72897, no llegó hasta las 12.02. La suerte la cantaron Unai Barón y Alexander René, y extrajeron las bolas Fernanda Daniela Laborde y Yesica Paola Valencia. Alexander se dio cuenta de la importancia del premio y le indicó a su compañero que parara. Tenía entre sus manos el Gordo.

A sus 84 años, Manoli Sevilla, acudió por octavo año consecutivo a las puertas del Real ataviada con un gran bombo. Llegó a las siete de la mañana. No lo hizo antes «por miedo a una multa». «Se podían haber autorizado unas 20 o 30 entradas y dentro guardar las distancias, como en otros actos», reclamó.

También viajó desde León otro habitual, Juan Manuel López. Acudía por séptimo año y, como siempre, ataviado con su disfraz de Obispo de la Lotería. Manoli Sevilla llevaba 30 décimos. Juan Manuel ‘solo’ ocho.

Ludivina Menéndez compró en Gijón ocho décimos del número 86986, premiado ayer. Lo hizo porque su marido, Jaime, que acaba de fallecer, tenía 86 años, la cifra con la que empieza y acaba el número. Ella, con 82 años, reconocía ayer desde la administración gijonesa que pidió que se los compraran el mismo día que enterraba a su esposo. Los quería para repartirlos entre sus familiares. «No me torees», dijo al familiar que le informó a las diez de la mañana, que les había tocado un quinto premio, y que el primer premio que se cantó en el sorteo era el número de Jaime. «Me quedé solo con medio décimo», explicaba entre lágrimas.

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