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Inmersos en la «guerra del agua»

Los socialistas murcianos se hacen «trasvasistas» para tratar de desbancar a Valcárcel y el PP de Aragón acepta ahora el «blindaje» del Ebro para destronar al socialista Iglesias

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Gonzalo Bareño - redacción | madrid
León

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«No es tolerable tanta corrupción, tanta especulación, y vamos a apoyar a quienes tienen que perseguir a todos los que pretendan lucrarse» | Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno «Córdoba es la ciudad amable y Valencia es la metáfora de la ciudad de la derecha, todo velocidad y todo escaparate» | Gaspar Llamazares, coordinador de IU Es una constante. Puede llover más o menos, pero cada cuatro años la guerra del agua anega la campaña de las elecciones autonómicas en Aragón y Murcia, la primera gobernada por el PSOE y la segunda por el PP. Lo sabe bien Zapatero, que ha elegido para iniciar su campaña precisamente a Murcia, territorio PP, y donde Ramón Luis Valcárcel, el presidente popular más votado de España, gobierna en cómoda mayoría absoluta desde 1995. Ese año acabó un período de tres legislaturas socialistas, por lo que el 2007 romperá el actual empate de tres gobiernos para cada partido en Murcia. El Plan Hidrológico Nacional que en su día aprobó el Gobierno de Aznar está en la base de la actual disputa. El apoyo de los populares de Aragón al trasvase del Ebro contemplado en el plan tuvo un coste enorme en votos para el PP en esa región, que consolidó al socialista Marcelino Iglesias. Y, a la inversa, el rechazo de los socialistas murcianos al trasvase otorgó aún más poder a Valcárcel en Murcia. Hoy, unos y otros han aprendido la lección. Pactos El PP se ha dado la vuelta en Aragón y ha pactado con Marcelino Iglesias una reforma del estatuto de su región que hace casi imposible el trasvase del Ebro. Y en Murcia, populares y socialistas se han puesto de acuerdo para considerar inconstitucional el Estatuto aragonés. Hoy, los socialistas murcianos son también «trasvasistas ». Ese cambio puede hacer que recuperen votos, pero los sondeos indican que tienen difícil gobernar. En las últimas elecciones, el PP obtuvo en Murcia 367.710 votos y 28 escaños, mientras el PSOE logró 221.392 sufragios y 16 diputados. IU se hizo con el escaño restante. El PSOE estrena candidato, Pedro Saura, que ya ha mantenido un vibrante debate con Valcárcel en la televisión regional que elevó la moral de los socialistas. «La Región de Murcia pide cambio» es el lema de Saura. Está por ver si el 27-M confirma esa tesis. Algo más abierta se presenta la batalla en Aragón, donde nunca hubo mayorías absolutas. Las alianzas han sido, y parece que volverán a serlo, decisivas. En el 2003, el PSOE obtuvo 270.468 votos y 27 escaños, mientras el PP consiguió 219.058 sufragios y 22 diputados. Pero, a diferencia de Murcia, en Aragón hay dos partidos autóctonos que pueden actuar de bisagra. Uno es el Partido Aragonés (PAR), que gobierna actualmente en coalición con el PSOE y cuenta con 8 escaños. Y el otro es Chunta Aragonesista (CHA), que tiene nueve diputados. Acercamientos Los sondeos dan a Iglesias la oportunidad de pactar con cualquiera de los dos, pero los socialistas han expresado su preferencia por reeditar por tercera vez el acuerdo con el PAR. En esa situación, el CHA hace acercamientos al PSOE y dice que espera «forzar» un «gobierno de izquierdas y progresista». A la inversa, el popular Gustavo Alcalde hace mimos al PAR. El tema estrella de su campaña es la construcción de una nueva autovía entre Zaragoza y Madrid. Con este paisaje, la guerra del agua estará de nuevo en la campaña, pero ahora entre comunidades y no entre partidos.

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