Diario de León

| Análisis | El futuro socialista |

Zapatero acaba con los barones

El líder socialista ha conseguido dar la vuelta a la estructura de partido que heredó de Felipe González y hoy el poder en el PSOE está aglutinado en el aparato de Ferraz

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P. de Las Heras - madrid
León

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El «cambio tranquilo» de José Luis Rodríguez Zapatero ha durado ocho años, pero ha dejado un PSOE casi irreconocible. Desde que con 39 años y un historial político poco conocido se alzó con la secretaría general del partido frente a José Bono, el hombre del talante ha logrado desmontar el antaño irreductible poder territorial en beneficio del aparato. Los últimos congresos regionales, celebrados en Madrid, Castilla-León y la Comunidad Valenciana han servido para apuntalar la soberanía de Ferraz. Al menos, de momento. La victoria del alcalde de Alaquàs, Jorge Alarte, el pasado fin de semana, no fue todo lo contundente que en la sede central del partido habrían deseado. Tampoco la dirección federal triunfó a la hora de marcar el rumbo ideológico de una federación que se ha convertido en una máquina de perder elecciones porque sus principales apuestas -el giro al centro y el cambio de nombre por Partido Socialista de la Comunidad Valenciana- no lograron el respaldo de la díscola militancia. Pero, aunque fuera por 20 votos, la secretaría general recayó en un joven político poco maleado que goza de las simpatías del vicesecretario general, José Blanco. El caso es que Alarte es un exponente más de una generación en la treintena que se ha hecho con las riendas de las federaciones regionales bajo el paraguas de Ferraz y con un perfil muy alejado del de la vieja guardia. De su misma quinta son Roberto Jiménez, en Navarra, y Óscar López, hasta hace pocos meses mano derecha de Blanco y desde el 20 de septiembre líder en Castilla y León. Todos ellos, junto al también recién nombrado líder de los socialistas madrileños (pero ya con 40 años), Tomás Gómez, forman parte de un mapa que tiene poco que ver con el de 2000 y en el que el poder está menos atomizado. De la tolerancia al despido El extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra resumió en una sola frase, hace un año, la evolución seguida por los barones. Felipe González, dijo, los «toleró», José María Aznar los «ignoró» y Zapatero los «despidió», porque con ellos no habría podido llevar a cabo la «descentralización» recogida en proyectos como el del Estatuto de Cataluña. Sin Rodríguez al frente de la Junta de Extremadura, sin Bono en Castilla-La Mancha o sin Pasqual Maragall en Cataluña las tensiones internas en el partido son más llevaderas. Guillermo Fernández Vara, su sustituto, es visto con buenos ojos por Ferraz. Aunque tenaz en la defensa de lo suyo ha demostrado tener un talante más conciliador. José María Barreda tampoco es Bono y aunque Montilla mantiene un pulso con Zapatero desde que, contra sus deseos, se alió con Esquerra e Iniciativa, los socialistas asumen que siempre habrá un tira y afloja con quien encabece el PSC.

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