Diario de León

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Magnífica reserva de la biosfera, mega-espacio natural, fotazas en los folletos y mucha expectativa. Tienta conocerlo y vas allí a pescar con los ojos. Remontas una amena senda que te lleva a no sé qué collada y todo lo que ves te va esponjando el pecho, el alma se serena. Tiene su grandiosidad ese paisaje. Y también tu esperanza se esponja algo: no todo está perdido, el pulmón del planeta son los bosques y este que ves y conoces de niño (la primera, con tu tío el veterinario bibliófilo) ha ido creciendo y okupando en las últimas décadas tierras baldías de labor o prados que se ciegan de zarza. Y lo que llaman matorral se lanzó ladera abajo en una carrera por ver quién llega antes al río. Bravo.  

Pero de repente, un destello llama tu atención, un bulto blanco que refulge allá abajo, junto al arroyo... ¡coño, pero si es un bidé!... y algunos azulejos rotos. Como en esta gira vas con Octavito, que es muy-muy gracioso, has de reírle su veredicto: eso lo ha puesto ahí un alma cándida o algún ecologista piadoso para que las truchas puedan lavarse el tipití y así no les huela a pescao.  

¡Un bidé junto a unas aguas de cristal que apenas hace un rato nacieron de la panza de esa montaña!... ¡cómo no maldecir al guarro cabrón que arrojó ahí ese vertido!; a él y a sus descendientes en siete generaciones si te acoges a la Biblia, ¡malditos!... para hacer eso hay que despreciar mucho el bien común, la naturaleza, la salud, a los demás... mala gente, tú, ni agua... montan en la impunidad, van librando la estaca que merecen, la noche les ampara, dicen que los demás también lo hacen y la autoridad anda aloriada o no ve modo de atajar la epidemia de vertederos ilegales que pululan aquí, en Castilla y toda España, guarro país. La Junta afloja ahora dos milloncejos para sellar en dos años los 321 que hay en León. ¿Y mañana?... ¿otro vertedero nuevo, otro muladar mudo, otro monte o bajo otro puente? Lo obvio es que ni se vigila ni se sanciona a modo. Ese bidé, por ejemplo, va estampado de huellas de quien lo tiró y quien lo usó; si la autoridad quisiera, ese criminal se cagaba ahí mismo de la risa.

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