Tensión social
Que la gestión de la pandemia del covid es un despropósito hace ya tiempo que ha quedado claro y que se respira cierta tensión social en el ambiente, también. Y no me extraña, porque quienes mandan han dejado negro sobre blanco que utilizan el asunto como arma electoral, que no son capaces de tomar decisiones coherentes y con cierta lógica y que su comportamiento es de vergüenza ajena. El ciudadano parece haber quedado en último lugar en su lista de preferencias. Y, claro, la gente se mosquea, porque está uno hasta el moño de tanta tontería.
Si la credibilidad política ya atravesaba horas bajas antes de esta crisis, no me imagino cómo estará a estas alturas, después de la cuestionable gestión. La pandemia ha sacado a relucir las fortalezas y debilidades del sistema sanitario pero también la miseria política y el miedo social. Tanta medida absurda es lo que tiene. Que nos expliquen, si hacen el favor, cómo pueden entrar franceses a España, por ejemplo y yo no puedo irme de vacaciones a Canarias, con lo bueno que hace. Así podría despejarme de tanta sinrazón y colapso mental, que tantos meses de coronavirus pasan factura. Pero son mucho peor los mensajes contradictorios y sin coherencia que nos mandan nuestros políticos, que son de ‘Expediente X’ por lo menos.
Y, claro, no paran de surgir polémicas casi a diario. Que si la tele va a ser gratis en los hospitales madrileños —pues claro, porque es ridículo pagar por eso. Nunca he entendido lo de la monedita en la máquina salvo que sea por mero raterío y afán recaudador— o que si ahora una medida y después la otra. Y luego está la polémica de las vacunas, que también es de traca. Pero el caso es echar la culpa al de al lado, que eso se nos da estupendamente. ¿Que no hay vacunas suficientes y muchos de nuestros mayores están a la espera? Dice la Junta que es culpa del Gobierno, el Gobierno dice que es culpa de Europa y Europa que es culpa de las farmacéuticas. Y así todo.
Yo lo que quería era quejarme a quien corresponda. Pero, claro, eso es imposible. Me pasa igual que cuando llamo a mi centro de salud para quejarme porque me han dado una cita un año y dos meses después de la primera consulta y me dicen al otro lado que ellos no pueden hacer nada. Entonces les digo que me pasen a la consejera de Sanidad o a la ministra y nunca me la pasan. Pues con la pandemia igual. Siempre me quedo con las ganas de decírselo a la cara.