Diario de León

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Cada martes, mi mujer me abandona para ir a su taller municipal de teatro, donde ensaya una obra. El otro día le ayudé a ensayar su papel y me preguntó: «¿tú crees que debo darle acentillo andaluz, gallego, vasco o madrileño…?». Me quedé perplejo de tanta riqueza de registros interpretativos, para quien no ha sido cocinera antes que monja. El suyo es un papel cortín, pero muy rotundo. Interpreta a una empleada del servicio doméstico. Gracita Morales o Rafaela Aparicio hubiesen matado por hacerse con él. Y Marlon Brando no hubiese llegado a tanto, pero casi. En la obra ha de desmayarse en el escenario, algo dificilísimo. El soponcio escénico siempre ha estado reservado a las mejores y a los mejores. Porque para farfullar «ser o no ser» sirve cualquiera, no digamos para soltar «nunca debiste cruzar el Misisipi», en cambio, para desmayarse sin haber leído la factura de la calefacción hay que valer. «Adiós, Meryl Streep», digo en la puerta. Además, cada jueves me abandona por su clase de baile. En esto no la puedo ayudar en los ensayos, pues piso incluso en el suelto. Dicho en mi defensa, pisar en los agarrados lo hace cualquiera. Por mi parte, estoy esperando a ver si se abre el plazo para las clases gregoriano. Acaba uno harto de cantar siempre lo mismo en la ducha.

Manuel Galiana actuó ayer en el Auditorio de León, con Los secuestradores del Lago Chiemsee. Muchos le asociamos a nuestra infancia, a las obras de Estudio Uno. Sigue manteniendo el rostro de buena persona de su juventud. Chejov habría escrito papeles para él Qué gran actor.

Este juglar de columnas solo se sube a un escenario para hacer de uno mismo y entrevistar a Cervantes. ¿Fácil? Eso creía antes de ponerme a ello. Me sigue aterrorizando estornudar, que me pique algo, que me dé la risa… por eso soy de mucho ensayar en casa. Mi mujer me pregunta con sorna: «¿Estás ensayando o es que ya hablas solo? Ah, el humor conyugal. Como como escribió Séneca un día que se levantó con el pie izquierdo: «La vida es drama, donde importa no cuánto duró sino cómo se representó». Bueno, y también un poco de comedia, ¿no? Sea como sea, un día caerá nuestro telón y solo quedará el amor que hayamos dejado aquí. Y el eco de nuestra risa.

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