Diario de León

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Como si fuera la Biblia, las canciones de Shakira o el capítulo del reglamento del fútbol sobre las manos en el área, la Constitución convoca cada cierto tiempo una cumbre de exégetas que propugnan la necesidad de interpretarla. No sirve con leerla, no digamos ya con atender a lo que pone, sino que hace falta trascenderla para que en realidad diga otra cosa diferente, como si bajo los renglones hubiera un mensaje oculto, escrito en tinta de limón, que aparece a la luz de la vela en cuyo extremo arde la llama del poder al borde de quemarle los dedos a quien gobierna. Ahora, parece que pone que puede aplicarse la amnistía a los políticos catalanes que convocaron un referéndum ilegal, justo los que suman los votos necesarios para amarrar el Gobierno, aunque no se sabe todavía si viene recogido en alguno de los títulos escritos en 1978 o en los que quedaron encima de la mesa de Casa Manolo, el restaurante donde cuentan que se citaban los padres del texto para adobar la redacción. En cambio, como dejó claro el ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, en su última visita a León, no hay lugar, por poner un ejemplo cercano, para la reivindicación de la autonomía leonesa. Por si no se entiende: penalti cuando pasa en su área; jueguen al fútbol, no ha habido nada, cuando toca en la nuestra.

El Gobierno tiene claro que no hay lugar para la reivindicación de la autonomía leonesa, pese a que lo votarán decenas de sus concejales antes de que el aparato les amenazara con que ya sabían dónde quedaba el cajón de las subvenciones de la Diputación Provincial, porque se atiene al «respeto a la Constitución», como expuso el ministro de Relaciones con bla, bla y bla. Ese acatamiento del constitucionalismo del que hacían gala los socialistas en la campaña electoral ampara ahora la búsqueda de una grieta por la que deslizar la llave de la amnistía. Aunque la central de propaganda inventará otro nombre que no recuerde a la ley de punto final que acabó con los presos del franquismo, pero que también impidió, como se olvida la derecha cuando la invoca, que se juzgaran los crímenes y las torturas anteriores a 1977. Hay que interpretar la Constitución, insisten. Va a resultar más fácil salirse de España que encontrar la vía del artículo 2 que dejó abierta la configuración de las nuevas comunidades autónomas.

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