Diario de León

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Dios está callado, siempre lo está, lo hace de manera impenitente, como si quisiera advertirnos de que estamos solos con nuestra propia indignidad. Hemos convertido los pronombres en la única manera de relacionarnos con los demás en una vuelta de tuerca a Pedro Salinas que debería avergonzarnos. Tú, nosotros, ellos y el ¿yo? ¿Dónde está la razón de la humanidad para autocumplimentarnos como un ser dotado de conciencia y humanidad? Más parece que ser hombre se hubiera convertido en un acto de voluntarismo ineficaz, que tenemos que volver a la plegaria del paracaidista, ya saben, esa con la que pedimos a Dios lo que le sobra — car vous seul donnez/ce qu’on ne peut obtenir que de soi — porque él solo da lo que podemos obtener de nosotros mismos.

Cada día busco a mis hijos en los niños asesinados en Gaza, igual que lo haría si me mostraran los de los israelíes que entre todos hemos matado. Porque buscamos en los demás una solución a lo que nosotros hacemos, como si esos pronombres que utilizamos para sacudirnos la culpa no nos incumbieran.

Si pusiéramos en fila a todos los niños a los que Dios condena a muerte, a los que nosotros dejamos de mirar en cada uno de los rincones del mundo a los que las cadenas de televisión no llegan, tendríamos que clamar para que Dios nos enviara nuestro merecido.

Y, de nuevo... me dirijo a ti, Dios/porque solo tú nos das/ lo que solo podemos obtener de nosotros mismos.

Hablamos del holocausto como si ya hubiera pasado, como si no estuviéramos repitiéndolo desde el principio de la historia, esa que se empeña en no cumplir su ciclo. Seguimos matando niños, concentrándolos en una cárcel de pronombres para sentirnos a salvo. Ellos, que para unos son los judíos, y para otros los palestinos, y para todos, infieles. Y, mientras tanto, el papel se acostumbra a los signos de la sangre que no deja de manar en esa tierra que en la eternidad daba leche y miel y que ahora está a punto de convertirnos a todos en los hijos de Caín. Le pedimos tanto a Dios que ya no le debe quedar nada...

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