Diario de León

Editorial | El fracaso en la huida hacia adelante de Diez con su viaje a Catar

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En pocas semanas se cumplirá un año del inicio del Mundial de Fútbol de Catar. Ha pasado el suficiente tiempo para que el alcalde de León, José Antonio Diez, pudiese recapacitar y admitiese el error que había cometido con su polémico viaje a este país —invitado junto a su esposa— para presenciar un partido de la selección española. Pero optó por el camino fácil, el que suelen elegir los culpables de alguna irregularidad: negar la evidencia, enmarañar, contraatacar con acusaciones y bulos... y con el inevitable victimismo, ese que acompaña a los cargos públicos que se quedan sin argumentos.

Pero ya se sabe que la verdad es muy tozuda y acaba siempre por salir a flote. En este caso, ha sido a través del fuego amigo, algo tampoco insólito. Llega desde el Gobierno central —que ocupa el PSOE— y más concretamente desde el Ministerio de Asuntos Exteriores la confirmación de que no existió una agenda oficial en este desplazamiento, acompañado por su esposa, al emirato asiático. Por lo tanto, fue un viaje privado, de placer, probablemente rodeado de los lujos habituales en este tipo de países para los visitante s‘vip’. Unas vacaciones pagadas por una empresa privada —la Academia Aspire— a un mandatario que dirige una institución pública española. Por una sociedad que tiene actuaciones directas con el propio Ayuntamiento a través de una SAD, la Cultural, que gestiona el estadio Reino de León, de propiedad municipal. Un hecho que tendría incluso un posible recorrido judicial si algún partido político o algún representante de la Fiscalía se pusiese manos a la obra.

Pero existe también un innegable reproche moral hacia el alcalde de León por su actitud durante el último año, intentando ocultar lo que fue un error clamoroso en un gestor público. Quizá, con unas disculpas en el primer momento tras detectar que no había hecho bien las cosas, pudo zanjar el asunto ante los ciudadanos de una manera más transparente. Pero eso es lo que ha faltado, claridad y transparencia en torno a un ‘capricho’ impropio de un mandatario democrático precisamente en un país que está seriamente cuestionado sobre su respeto a los Derechos Humanos.

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