Diario de León

Eneko Pou e Iker Pou

La ridiculez se instala en el mundo del alpinismo

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Hace muy poco saltaba la noticia en todos los medios de comunicación de que el libro Guinness no reconocía como catorce-ochomilistas a la mayoría de los montañeros que componían esa lista: Reinhold Messner (primero en la gesta), Jerzy Kukuczka (segundo), Edgar Loretan (tercero), Carlos Carsolio (cuarto), Krzysztof Wielicki (quinto), Juan Oiarzabal (sexto), Alberto Iñurrategi (décimo), o las mujeres que fueron las primeras en conseguirlo: Edurne Pasaban (primera), Gerlinde Kaltenbrunner (segunda), Nieves Meroi (tercera), y un largo etcétera de personajes imprescindibles para entender nuestro deporte, serían desposeídos de un ‘récord’ (como lo definían), un título o una etiqueta que estamos seguros que ninguno de ellos en su momento reclamó…

Por supuesto, si da por buena las ascensiones de gente que terminó mucho después (Messner lo hizo en 1.986) y que poco o nada han aportado a nuestra historia. Y la explicación no es que mintieran sobre su ascensión o tratasen de apuntarse una cumbre a la que sabían que no habían llegado. La razón es que con los avances tecnológicos actuales se puede medir a ciencia cierta si este u otro pináculo de nieve en mitad de una arista es más prominente o menos que aquel…

Bajo el punto de vista científico puede tener hasta su explicación pero bajo el punto de vista montañero es una teoría que hace aguas por todas las esquinas: La primera es porque con la cartografía que se manejaba en la época aquellas eran las cumbres más altas. La segunda porque el reto de los 14 x 8.000 m se puede considerar un invento del propio Messner y compañía, al que se han ido sumando muchos acólitos, y por lo tanto fueron ellos mismos los que crearon las reglas para su propio juego (Hay un montón de cumbres de 8.000 secundarias que no se ascienden en este proyecto con lo que la lista podría ser más amplia). Por lo tanto, ascender a lo que ellos en aquel momento, y con los datos que manejaban, consideraron los puntos más altos nos parece lo más lógico.

La tercera, porque muchos de los que hemos nombrado unas líneas más arriba fueron pioneros, o dicho de otra manera, los que trazaron las rutas que hoy en día se escalan, o para que todo el mundo lo entienda, fueron los que consiguieron los verdaderos «récords»; porque alcanzar un récord en montaña (por llamarlo de alguna manera) siempre ha sido abrir una nueva vía, no ascender más rápido o más despacio una vía normal. La tercera, porque el estilo es absolutamente todo, y muchos de los ahora degradados, utilizaron una manera de hacer infinitamente mejor de lo que ahora lo hacen esos turistas de montaña, que llevados por el afán de los ‘récords’, no dudan en ascender por esas rutas normales rodeados de alpinistas mucho más fuertes que ellos a los que tienen a sueldo (sherpas, porteadores baltis de altura, guías de montaña, etc.), utilizando kilómetros de cuerdas fijas y cientos de bombonas de oxígeno, y apuntarse sin pudor cumbres en un estilo que no tiene ningún valor para un alpinista que se precie… Incluso ahora ya comienzan a utilizar helicópteros para equipar las rutas de arriba hacia abajo, para llegar a los campos base, para que los saquen si las cosas se tuercen, para que los dejen en los campos de altura un poco más cerca de la cima…

Porque no se dedica a hablar del alpinismo de verdad y deja de dar pábulo a gente que no se lo merece…¿Desde cuando el alpinismo se puede comprar con dinero? El de verdad lo realiza uno mismo, con su esfuerzo, con su dedicación, con los años de experiencia. Llevar alrededor a una cohorte de ‘ayudantes’, como si de una legión se tratase, recuerda más a tiempos pretéritos, tan lejanos que nos retrotraen a la época colonial, cuando por ejemplo Livingstone, Stanley, Burton o Speke buscaban la fuente del Nilo. Iker y yo llevamos mucho tiempo diciéndolo, y aunque sea una opinión a contracorriente en los tiempos que corren de titulitis, records y pintar la mona, no nos vamos a cansar de repetirlo: La llegada del cronómetro y la medición de la actividad por la velocidad y no por la dificultad, le está haciendo un daño incalculable a la historia de la montaña, tanto, que hay que tener oídos para escuchar noticias como esta.

Mientras esto ocurría, muy cerca de estos mismos escenarios, también en Nepal, también en los Himalayas, tres jóvenes estadounidenses se subían en una ascensión sublime— ¡siete jornadas de dura pelea!— por la norte del Jannu de 7.710 metros en estilo alpino (con lo puesto y sin apoyo externo) firmando una de las mejores ascensiones en alta montaña— ¡Casi un 8.000!— de los últimos tiempos.

Es el claro ejemplo de que aquello que Messner y compañía realizaban en los 70 y 80, hoy en día se sigue haciendo, entonces, ¿porque perdemos el tiempo hablando de tonterías como esta? Nos vamos a responder a nosotros mismos: Porque ha llegado mucha gente a nuestra actividad procedente de deportes competitivos que lo único que entienden es de récords y marcas y porque el futuro de la montaña tal como la hemos conocido desde que Paccard y Balmat ascendieron el Mont Blanc en 1.786 está más en peligro que nunca. Ejemplos como el de Nirmal Purja y el del Kristin Arila con sus récords en los 14 x 8.000 a costa de lo que sea, y con un estilo penoso, no merecen ni las dos líneas que ahora mismo les estamos dedicando.

Todo hay que decirlo, también pensamos que se equivocaron algunos alpinistas de renombre que aparecen en este escrito, validando estas dos supuestas hazañas. Cuando el marketing y el dinero se anteponen a la calidad de la actividad y damos el visto bueno por estas dos mismas razones, se acaban dando situaciones que se vuelven en nuestra contra, como la que denunciamos en este capítulo. Como dice el refranero popular: ‘De aquellos polvos estos lodos’. Por zanjar la cuestión y dejar clara nuestra postura: ¡Claro que Messner fue y seguirá siendo el primero!, porque la historia la escriben los que se ponen las botas y con su sufrimiento se lanzan a alcanzar lo desconocido. A estas alturas no vamos a permitir que estamentos que poco o nada entienden lo que hacemos, intenten reescribir nuestro deporte llevados por intereses varios que nada tienen que ver con lo nuestro. ¿Quieres ser alguien en el mundo del monte? Pues bien, que sea con el sudor de tu frente y no con el del séquito que te rodea.

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