Diario de León
Plaza de San Francisco, número 1. OVIDIO PRIETO, 2008

Plaza de San Francisco, número 1. OVIDIO PRIETO, 2008

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Don Alejandro de la Sota detestaba los árboles plantados ante su Edificio de Correos. Y tal vez el tiempo le haya dado la razón... En Julio de 1980 firmó, con Carlos Sidro, este «Edificio de Comunicaciones en León», promovido por la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones en un solar frente al Jardín de San Francisco c/v a Independencia, cuyas obras dirigió con Carlos Jimeno, Fermín Oncina y Manuel Lorenzana como aparejadores. Encajó el programa de necesidades en dos sótanos para aparcamientos, almacenes e instalaciones. Semisótano para descarga, reparto, carteros, apartados y paquetería. La planta baja para atención al público, diáfana, con estructura e instalaciones vistas, lámparas y mostradores de diseño, escalera exterior de acceso y los enlaces verticales estratégicamente situados. La planta primera con despachos, Salón de Actos y una esplendida galería al sur. La segunda para servicios técnicos. La tercera destinada a oficina de obras e instalaciones. Y la última con cafetería, guardería infantil y 3 viviendas para los Jefes y el Conserje con entrada independiente desde la calle. Programa sucesivamente adaptado a las cambiantes necesidades del negocio postal… Proyectó el edificio con estructura metálica y una piel de novedosa chapa Robertson «color León» (hoy desvirtuado), doblada para «crear grosor», y aparejada emulando cualidades pétreas a modo de «guiño postmodernista» y cierta carga provocativa en fachadas perfectamente compuestas. La principal a la plaza con los accesos de público por «escaleras de soslayo», caligráficas barandillas cromadas, patio inglés, zócalo de granito, parasol continuo, balcón corrido y profundos huecos verticales seriados coronados por un destacado mirador marcando los retranqueos. En la Memoria del Proyecto se hablaba de «un inmueble muy simple… un edificio funcional con medios actuales. Posiblemente no más»… el manido «un cubo que funcione». Años después, Sota consideró su edificio «una obra de tecnología en cierto modo avanzada, pero cargada de imperfecciones técnicas que le dan un sabor especial, cierto encanto de lo artesano, de lo incontrolado… el Gran Maestro se mantenía fiel a la herencia del Movimiento Moderno… y a sí mismo… ¡Una joya de la Arquitectura Española!

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