Diario de León
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CORNADA DE LOBO GARCÍA TRAPIELLO

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M erecía la pena darle cordel a la nostalgia que estofa recuerdos buenos o la pena de lo que pudo ser mejor, pues de todo nos cupo al evocar el tapeo y el tasqueo vivido y bebido medio siglo atrás en esta « ciudad bravía que, entre antiguas y modernas, juntó más de cien tabernas y una sola librería ». El corrillo fue un hervir de memoria en salsa pimentonera. Y además de lo picante, lo pecante también, tan hilados. Del vino sólo dijimos que era de pelea mayormente, vino de beber en el año, o la vinagre le afloraba. Y de aguja sobre todo, clarete que aquí llamamos de siempre tinto; de Benazolve, el que más gustaba; y el de Castrotierra de Valmadrigal no menos.

Ni que decir tiene que la plaza de las Tiendas era el ágora clave del chateo. A las ocho de la tarde había ya reguerada de devotos, intergeneracional por demás, viejos y jóvenes, fachas sin disimular y rojos disimulando, obreros, funcionarios, tenderos, tunos y tunantes, mujeres pocas y mozas sólo en peñas de jumentud estudiantil. En fin, la ciudad representada. En el beber, viacrucis zumbón con no menos de media docena de estaciones. Y en cuanto a las tapas, nos saltó la primera una sangre guisada que daba Bodega Regia , lució de segunda la gamba en gabardina que te ofrecía el Miche y se situó en tercer lugar las patatas con salsa amarilla que caían en El Racimo de Oro o los callos de El Besugo o el embutido e El Tizón o las bravas del Minibar o aquel huevo duro que, sin ser tapa, era obligado con su sal y pimentón en La Mazmorra ... La tacañez rutinaria se la llevaba Emiliano «Culogoma» limitándose a una galleta maría o loncha de mortadela. Pero si he de elegir la tapa insuperable por su rotundo sabor y evocaciones, pese a tapa humilde, ensalzo aquí la que daba el «Pichina» en el Montejos , pan de barra empapado en salsa de asadurilla que llegaba aún crujiente a la boca sin hacerse sopa... ¡mmmm!... viejos sabores de tripicallería a la leonesa que hoy tienen aún santuario en el Ribera , sabores que son mina y madre de las auténticas tapas leonesas. Y por favor, no nos las deconstruyan.

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