Diario de León

Seguridad y derechos humanos 
 Arturo Pereira

Policía Nacional

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Que España ha sido un país centralizado y centralista históricamente es algo notorio y conocido. Fruto de esta circunstancia es que su policía, en el sentido amplio de la palabra ha tenido un carácter nacional, que hoy coincide con su denominación. Queda así claro la vocación estatal, de todo el Estado de este cuerpo policial.

Cumple los 200 años y sigue fresca como una moza prestando servicios a España de la forma que solo una institución de este calibre puede hacer. Sus recursos humanos, sus especialidades y la ocupación del terreno, unido a una formación ejemplar en el mundo entero la colocan entre las instituciones más valoradas por los ciudadanos.

El azul está de moda me decía un comisario amigo. Y creo sinceramente que tiene toda la razón. La tiene porque la Policía Nacional ha sabido transitar desde un sistema falto de libertades, a un sistema democrático de forma brillante bajo el paraguas del compromiso sin ambages con la democracia desde el primer momento de la Transición.

La imagen de sus componentes más jóvenes, con el pelo algo revoltoso y un afeitado a imagen de Gregory Peck, transmiten un halo de frescura mezclado con confianza y profesionalidad que le gusta a la ciudadanía. A todos nos gusta que nuestra policía sea moderna además de eficaz.

En 200 años han ocurrido muchas cosas y de todas ellas se ha erigido como notario nuestra policía. Somos un país que tenemos la gran fortuna de contar con instituciones con un arraigo secular en la sociedad. El prestigio, buen hacer y cariño de los ciudadanos no se consiguen en espacios cortos de tiempo. Es el trabajo diario, en silencio generalmente, y los resultados obtenidos lo que permite posicionarse en los principales puestos de valoración social.

Un Estado moderno necesita una policía con unas determinadas características. Y un estado como el español con más motivo dada la complejidad de la organización territorial y el reparto de competencias. Entre este sentido de la modernidad está la flexibilidad que permite afrontar los desafíos con mayor garantía de éxito.

La implantación de policías autonómicas supuso en su momento un tensionamiento de la organización policial. Pero, si algo positivo tiene la democracia es que todo se pretende hacer de forma clara. En este sentido, la Constitución ya recoge la existencia de estas policías autonómicas, con lo que implementación se ha llevado a cabo de forma muy conveniente.

Los nuevos desafíos delictuales han arrastrado a la Policía Nacional hacia el reto de una organización del aprendizaje. Un aprendizaje continuo sirve para que la convivencia se desarrolle de forma pacífica y los índices de delitos no se disparen. No obstante, la pelea es dura y a veces la victoria cuesta.

La ciberdelincuencia, en la que el espacio y tiempo parece que serán dominados por la inteligencia artificial, es uno de los azotes de nuestra policía para mantener todo dentro de un orden. Todos los esfuerzos son pocos en esta lucha globalizada y sin cuartel. Junto a esta novedad, curiosamente se mantiene una tipología de delitos tradicionales en los que el encuentro directo de las personas lo hacen posible. Es el caso de las estafas del más variado calado. El timo de la estampita o el tocomocho siguen resistiéndose a desparecer.

¿ Quién puede caer hoy en día en tan burdo engaño? Pues más gentes de las que pensamos. Algo de vergüenza da a las víctimas, pero ahí están, en la época de la transformación digital nos sacan los colores de la avaricia a través de engaños prosaicos.

Feliz 200 aniversario.

La ciberdelincuencia convive con el clasicismo delictual
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