Diario de León

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No te libras. Por mucha conciencia y propósito que tengas, es imposible esquivar la cadena comercial de la ropa low cost, que cada vez tiene que ver menos con el precio de las prendas. Hay marcas de alta gama que venden cada centímetro de sus textiles a precio del litro del aceite de oliva virgen, de kilo de manzana Fuji o de caja de fresas, que están por las nubes, aunque tanto el género de vestir como el gastronómico se extraiga con el esfuerzo descompensado entre lo que se trabaja y lo que se paga por el jornal.

En esta rueda de despropósito que escala posiciones, el afán consumista de las poblaciones más ricas, el papel de las compañías de moda occidentales que se llevan la producción de la ropa a países más pobres, la vulneración de los derechos laborales de los trabajadores y el escaso control de las prácticas contaminantes, abocan al planeta a la asfixia.

Es difícil librarse de caer en la tentación cuando al tentarse el bolsillo sólo salen las justas monedas para comprar las prendas más baratas del mercado, aunque sepamos que lo estamos pagando caro. Elegir y desembolsar el justo precio de las cosas es un acto silencioso de protesta contra toda esta industria que nos mete por los ojos cada martes y jueves nuevos modelos con los que llenar el armario. Para respirar bien tiene que correr el aire y eso significa colgar en las perchas menos prendas, aunque sean un poco más caras y con la garantía de que están confeccionadas con buenas prácticas laborales y medioambientales.

El derrumbe de un edificio de Bangladesh en el año 2013 dejó al descubierto lo que en ese momento se denominó ‘talleres de la miseria’, utilizados por empresas occidentales de ropa barata, de marcas muy conocidas, que pagaban 28 euros al mes a los trabajadores para que en esta otra parte del mundo se llenen los estantes de algunas tiendas con objetos que, en realidad, no se necesitan. En ese derrumbe fallecieron más de 300 personas y resultaron heridas un millar. Pero hay más casos. Camboya, Turquía, Argentina, Brasil...

El precio¿Cuanto cuesta pagar dos euros por una prenda de vestir con textiles de mala calidad fabricados en países con mano de obra barata y sin control medioambiental?

El segundo desfile de moda de comercio justo organizado este viernes en León es una muestra de que hay alternativas. La pasarela de Espacio Vías se llenó de buenas intenciones, de sensibilización y visibilización para animar a darse más vueltas y buscar otras opciones menos mayoritarias. Tampoco estaría mal aprender a manejar la aguja. Con un poco de imaginación se puede transformar una prenda y el mundo. Partamos la pana, mojémonos la camiseta, pongámonos en los zapatos de otras personas, metámonos en camisa de once varas, apretémonos el cinturón para llevar los pantalones en las decisiones por las que nuestras hijas e hijos se puedan quitar el sombrero porque habremos conseguido que no les llegue el agua al cuello de la camisa y no nos pongan en tela de juicio.

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