Diario de León

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Mis primeras informaciones cuando comenzaba a practicar este oficio del periodismo me quitaban el sueño. Por la noche repasaba mentalmente cada conversación, cada nombre mencionado, cada palabra escrita, cada frase, cada coma y cifra sumada y repasada. Recuerdo ocasiones en las que despertaba sobresaltada con la duda de si había puesto 10.000 o si, por un error, lo escrito finalmente había quedado en 1.000. Todavía hoy, la duda de un posible cruce de letras entre Fernández y Hernández me hiela la sangre.

En casi 40 años de profesión he aprendido de los más grandes a gestionar las emociones que me producen los errores. Cada vez que me equivoco — «hasta el mejor escribano echa un borrón», como me decía mi madre—me acuerdo de algunos políticos, empresarios, actores, actrices, personajes de los programas del corazón, mandatarios mundiales con cargos tan importantes que de sus decisiones dependen cientos de vidas humanas, animales y vegetales.

Pienso, por ejemplo, en el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, que en una rueda de prensa, tras anunciar sus medidas para desincentivar el aborto —ahí está la ideología que trata a las mujeres como seres inestables—, respondió a una de las preguntas con un: «Yo es que no sé mucho de embarazos». Es una pesadilla.

Otras veces pienso en aquello de «es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde» o «dije que bajaría los impuestos y los estoy subiendo» de Mariano Rajoy.

De Pedro Sánchez me quedo con ese «no dormiría por las noches con Podemos en el Gobierno» o «con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo 20 veces». O esta otra del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo: «Cuando un hijo dice que el que más quiere a su padre es él, el resto de la familia no debe consentirlo. Porque a un padre y a una madre, lo quieren sus hijos y nadie de la familia tiene derecho a excluir a una parte de los hijos, en contra de sus padres». Y qué me dicen de ese «¡Madrid es España dentro de España!» de Isabel García Ayuso. Carla Toscano diputada de Vox, espetó a Irene Montero que «el único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias». Hay más y seguro que mejores. Todos y todas dormirán a pierna suelta toda la noche. Como los líderes del mundo que se trasladaron en aviones privados al Foro Económico Mundial en Davos. Contaminaron como 350.000 coches, denuncia Greenpeace.

Ya lo puso Cervantes en boca de Alonso Quijano. «La razón de la sinrazón, que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura».

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