Diario de León
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León

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Ya es mala suerte la mía. Leer la excelente columna de Pedro Trapiello y toparme de bruces con un texto del Sr. Antonio Núñez bajo el título de “sopa boba”. Con la excusa del lamentable episodio relacionado con algunos comedores escolares, (por cierto privatizados por la Junta en las últimas décadas), se nos descuelga con frases tales como “Hay gente con muchas tragaderas sobre todo entre el funcionario de tiza y pizarra con sueldos de fábula en comparación con la privada y vacaciones de crucero”. Para luego hacer un encomio de la enseñanza privada “sin la inclemente lluvia de subvenciones para competir con la escuela pública”. ¿Quién cree este señor que paga a los docentes de la enseñanza privada a la que alude? Mis impuestos, (no sé si los suyos), y ¿conoce la diferencia entre los sueldos de unos y otros? De sus afirmaciones deduzco su desconocimiento acerca del asunto. He trabajado casi 40 años como docente: en la escuela privada (poco tiempo pero lo suficiente para conocer su funcionamiento por dentro), en la pública, desde Infantil a Secundaria, en la pizarra de tiza y en la digital, en la dirección de varios centros y en tres Comunidades Autónomas diferentes. También he impartido formación a docentes de la enseñanza pública y privada, por lo que poseo el suficiente conocimiento sobre la materia para indignarme con sus afirmaciones. El Sr. Núñez dice que “la privada es otro mundo”. Es cierto, en ésta usted no se hubiera enterado de las larvas de la sopa, como no se enteró de que un alumno de tres años de mi familia, matriculado en un centro privado concertado de esta ciudad no llegó a su casa al final de la jornada, apareciendo horas más tarde encerrado en un autobús escolar dentro de un garaje. Esto no lo publicó su periódico, claro, pero ¡altavoces le hubieran puesto si el hecho hubiera pasado en la escuela pública!. Porque allí no se hubiera ocultado. Pero más indignante me parece aún en su escrito el comentario relativo a las “bajas por maternidad y otras enfermedades contagiosas”. Supongo que el Sr. Núñez está de acuerdo con las afirmaciones de la Sra. Oriol al asegurar que prefiere contratar a una mujer de más de 45 o de menos de 25, para evitar "el problema" de que se quede embarazada. Siento vergüenza y rabia por estos comentarios. Sé cuántos de mis compañeros se están dejando la piel con un alumnado que en algunos casos ha sido rechazado por la enseñanza privada concertada por razones poco éticas. Considero que hay buenos profesionales en la escuela pública y en la privada; no necesito denostar la privada para hablar bien de la pública, pero como conozco el funcionamiento de ambos colectivos, afirmo que no se trabaja con los mismos mimbres en unos y otros centros. Los cestos que se tejen en la enseñanza privada se venden con gran cartel y publicidad, mientras que los de la pública se desportillan con recortes y artículos como el del Sr. Núñez. Pero a pesar de todo sé que la indignación de los compañeros que hayan leído este escrito, no va a mermar un ápice su buen hacer y su profesionalidad, porque por delante está algo tan valioso como su alumnado.

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