Diario de León
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Fukuyama (a 8 de marzo) Francisco Iglesias Carreño* (*Presidente PREPAL) El creciente enfado de los televidentes/lectores/escuchas sobre la situación virtual (¿cuasi real?) de España y la intromisión permanente de los telecratas (en aras del interés de sus factores) en las esferas del sosiego (¿indefensión?) de los ciudadanos receptores, no puede hacernos olvidar, a estas alturas políticas, la practicidad ejercida mediante las técnicas grupales del control ubicacional (¿la situación?), como la vetocracia, que linda con alguna de las pretendidas metas intermedias en aras del logro del control último del poder político. Nuestro sistema docente no está (¿cuándo ha estado?) muy interesado (¡menos aún motivado!), a la formación integral ciudadana, donde la versatilidad de las voluntariedades fueran las bases prístinas del la conformación social, y en su ausencia la conformación bloquista (en el acuerdo camillar del tú-yo y el yo-tú) ha hecho sus agostos, de anualidad en anualidad, sin atender las fugas que les surgían por doquier bajo la línea de flotación y con ausencia de la exterior evidencia real. Ir hacia el 2007 como emergente origen de lo actual, es tan solo minimizar el referente, como lo es el intento reiterativo del revival de la restauración que, impuesto en 1975, se desborda en 1981, por no atender el pacto ciudadano de 1978 y su explicito contrato social. Las estructuras formateadas al calor del 1978, fueron objeto del socaire de las rentabilidades bloquistas (¿en la acción de los lobby´s ?), e impelidas al desajuste procedimental, en una carrera del desenfreno político que no se traducía, de forma mediata, en tangibilidad convivencial y que, una vez roto el espejo en 2007, crujía por todas sus costuras y saltó en 2016. Algunos, en número escaso, si vieron la raya del horizonte y se percataron (¡ya después del 2007!) de la llegada que, acompañando a la crisis económica (del desbarajuste crediticio inmobiliario), traían unos escondidos compañeros de viaje, cuya sombra les alarmó. De aquí que, sobre la marcha, preconizaran acoplamientos políticos, al margen de los bloques, de supervivencia del sistema pretérito. Lo de la democracia aquí, parece que no se asimila al entronque de lo familiar (en su proximidad vivencial) y el conjugar las actividades ciudadanas en la categorización de sus propios valores que, nacidos desde el respeto humano al individuo, han ido perfilándose a lo largo del proceso histórico. Tenemos que 1978 es lo que fue, pero también dice, y lo hace por sí mismo, de que no fue 1981. Releer a Fukuyama puede no estar desprovisto del necesario voluntarismo que sea preciso insuflar, más allá de los idus de marzo, para no sucumbir a la cuenta de resultados administrativos (de los consejos de administración de tal o cual medio). Lo mismo, en tal lectura, se vislumbra que los hechos globales son una concatenación de los aleteos de las mariposas en multitud de lugares de todo el orbe. Ello supondría que el valor máximo de la esperanza social (por tanto antropológica), en el acoplamiento del ciudadano y el soporte del medio, se podría alcanzar desde la integración de su base regionalizada.

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