Diario de León
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Tribuna | José Luis Gavilanes Laso

Atravesaba y o una sequía de opinión, cuando hete aquí que se arma un gran revuelo en el país, y mis consejeros me informan que ello es debido a una cesión del gobierno a los Ayuntamientos para la ubicación de almacenaje con incentivos de la inmundicia nuclear; esto es, la creación mediante concurso de cementerios nucleares (ATC) de muy baja, baja y media actividad radioactiva.

Al igual que ocurre en la mayoría de los países productores de residuos radiactivos, España se decantó, entre otras alternativas, por el Almacenamiento Geológico Profundo (AGP) del material radioactivo, para lo cual se trazó un plan hace ya unas cuantas décadas. En primer lugar se hizo un estudio de las áreas del territorio español que, por su formación geológica, son más favorables para el soterramiento. El siguiente paso fue un proyecto de sondeo de las zonas elegidas en la fase anterior, con el objetivo de seleccionar las más idóneas que serían candidatas a albergar el «basurero» nuclear. Tras ello, se propondría al Parlamento y al Gobierno los emplazamientos técnicamente preferentes para ubicar el lugar definitivo, otorgando el derecho exclusivo al Gobierno de imponer lugar y fecha.

Pero llegó al poder Pepe Luis con sus muchachos y muchachas y, poco proclive, hasta ahora, a la energía nuclear, decidió establecer un concurso abierto a todos los Ayuntamientos de España. Los elegidos se beneficiarían entre 300 y 500 puestos de trabajo, 800 millones de inversión total, construcción de un centro de investigación, de un parque empresarial y de 11,5 millones de euros en ayudas por dar acogida a este almacén. Respecto a la fecha, urge su instalación para evitar la sangría que supone enviar los residuos a Francia, al que se paga un alquiler no precisamente barato, bajo acuerdo que finaliza el 21 de diciembre de 2010. Por los retrasos ocasionados desde finales de año deberemos pagar a nuestros vecinos del norte nada menos que un total de 22 millones de euros al año, que sufragamos los contribuyentes a través del recibo de la luz.

El concurso ha producido un cisma, o sea, la discordia, desavenencia y división, no sólo entre gobierno y oposición, que eso es endémico como la malaria en los trópicos, sino en los propios partidos, en los mismos vecinos de los Ayuntamientos y entre éstos y los habitantes de municipios limítrofes. Me cuentan mis consejeros que a un matrimonio con más de veinticinco años de convivencia pacífica, que ya produce asombro rayano en el milagro, naturales de términos colindantes: él, de Melgar de Arriba (Valladolid) y partidario; ella, de Joarilla de las Matas (León) y contraria al ATC, se les oye discutir con vehemencia a cada hora, no por cuestiones de identidad regional y disputas entre el León de la Riva y el León del Bernesga, que nada les importa, sino por la cuestión del emplazamiento o no del cementerio residual en Melgar, incluso se dice que la modélica pareja está al borde de la quiebra matrimonial por culpa de este quítame o ponme allá un sitio para la defecación del átomo. ¡Qué leches de democracia, Pepe Luis! Estas diatribas sirven para que una sociedad más adormecida que el Teide, o contemplativa en la cirugía estética de una cualquiera, o enajenada por el codazo o taconazo de unos pelotoneros, que diría Crémer, se ponga histérica, en pie de guerra, sobre un tema que es de difícil pronunciación. Pero, vamos a ver, Pepe Luis, y mira que te quiero, porque, pese a discrepancias puntuales, me pareces un tipo muy valioso, ¿por qué dejar la decisión en manos del pueblo para que tenga un motivo más de enfrentamiento? Por el poder que te confieren millones de votos que ganaste a puño y rosa, más que por optimismo contagioso para que no volvieran los otros, el asunto se resuelve con este tajante santiamén: aquí. Y, si quieres darle un mayor recorrido: aquí, allí, allá y acullá. Y punto. Que no es democrático, que hay que dejar que el personal se exprese, vale. Pero, ¿acaso fue democrático, leopucelano del alma, la instauración por decreto de una disparatada comunidad dual castellano y leonesa? ¿Se respetará la pronunciación de los municipios bajo el cableado que pretende cubrir la línea de alta tensión Sama-Velilla? Y otra cosa se ha puesto en evidencia. Si no fuese porque durante años, tan dada a la superstición, España ha sido territorio que por miedo está abonado al rechazo nuclear, te hubieran llovido en la operación concursal el noventa por ciento de sus municipios. Como bien sabes, el desarrollo rural sólo es un eufemismo en boca de colegas tuyos que hablan, hablan y hablan. Pero los resultados están ahí, la mayoría de los pueblos están en situación deplorable: abandonados (800), con casas desmoronándose a pedazos (la tira), incontables explotaciones agrícolas y ganaderas cerradas, y lo que es peor, sin atractivo, sin esperanza, sin porvenir. Hasta las iglesias, en un país tan devoto, apenas tienen ya cura que las atienda. Y el septuagenario obligado a oficiar, con unos cuantos pueblos sobre su sotana, no le quedan ya fuerzas para tanto desplazamiento. Dentro de poco, si Dios no lo remedia, la misa la oficiarán los misántropos.

Estamos espoleados por la urgencia de un nuevo modelo productivo que, salidos del ladrillo, nos haga exportar más e importar menos; de una reforma de la educación que promueva la formación profesional e impida el fracaso escolar y tanto título universitario inservible; de una reforma laboral que contribuya a frenar el desempleo galopante; incluso de una reforma espiritual que acreciente los valores, para que el país salga indemne y por sus propios pies del atolladero en que se encuentra. Y de una propuesta energética, que es la que ahora nos ocupa y nos preocupa, y sobre la que se vierten y vierten comentarios y opiniones dispares. Pepe Luis, y si más me apuras el sentimiento, Pepe Luisín, haz caso a un humilde servidor, nada de propiciar más molinotes y plaquetones, que dan muy poco rendimiento energético y escoñan el paisaje. La energía nuclear es, hasta ahora, la más barata y la más limpia, en tanto que no produce gases como el CO 2 culpables de cambiar, sino el clima, sí de crear el efecto invernadero. Y también la más razonable, hasta ahora, por garantizar mejor que ninguna otra el suministro de energía eléctrica, garantía que no pueden ofrecer, hasta ahora, otras energías limpias (hidráulica, eólica y solar) por depender de las circunstancias meteorológicas: agua, viento y sol. Pepe Luis, tocayo mío, ya no se puede hacer nada sin correr riesgos y tú eres un hombre valiente, incluso fronterizo con la imprudencia u osadía, hasta ahora.

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