Diario de León
León

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La primavera aguafiestas acaba de desvarillar el paraguas de los partidos políticos. El palio bajo el que se paseaban alcaldines y representantes públicos cada cuatro años en la procesión de honra a la santa urna. Derroches de fastos y oropeles, a golpe de hisopo, con los que bendecir las campañas y precampañas. Siempre temprano para una cosecha que, en la mayoría de los casos, guarda para las últimas lunas las escasas siembras dispuestas durante un cuatrienio de barbecho.

La orden de la Junta Electoral Central priva a los gobernantes de primeras piedras que lanzar contra sus oponentes -para luego esconder la mano que las haga avanzar- inauguraciones de proyectos a medias y visitas a obras que acumulan más retraso que la Biomédica de Frank Wilbourne y Juan Morano. Actos en los que no se repara en cascos blancos -el color de los encargaos- para adornar las cabezas de los próceres y chalecos fosforitos que remarquen la valía de quien todo dispone en pos de los ciudadanos. Escenificaciones que se han apurado en acumular en las últimas semanas antes de que el día 28 baje el telón de las comedias.

El dictado legal obliga a eliminar incluso los carteles del Plan E; esa plaga urbana que amenazaba con convertirse en paisaje al estilo del toro de Osborne y que anunciaba hasta la colocación de un corcho en el pilón para que no se perdiera agua. Pero el relevo aparece ya en las vallas publicitarias, donde Óscar López -taza de café en mano, como si fuera Pepe Navarro en el Misisipi- mira de reojo a la mulata del Latin Lover y Francisco Fernández -relajado ante un fondo bucólico como si fuera a participar en Granjero busca esposa- se codea con el anuncio del Nuevo Jetta de Wolkswagen.

Aunque, por ahora, nada como el libelo del popular Emilio Gutiérrez. Un folletín que ha aparecido en los buzones junto a los cupones descuento del Tele Pizza, las ofertas de los compradores de oro y los anuncios de esoterismo. Ahí, en medio de ese caldo propagandístico, se ha colado el candidato del PP con sus ataques sarcásticos al alcalde y su promesa «De vuelta a los hechos». Todo recubierto con ese aroma dulzón que envuelve su apariencia de vecino de Homer Simpson dispuesto para tirar la primera piedra.

Por sus obras los conoceréis, reza el Evangelio. Ya están ahí fuera. Si ven que se acercan, cojan piedras.

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