Diario de León
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A nda Emilio Gutiérrez por León con su catálogo de cien medidas para los cien primeros días como bajó Moisés del Monte Sinaí con las tablas de la ley. Pulcras y talladas en piedra para que los concejales las observen y velen por su cumplimiento. Los ediles populares, bien madrugados y después de los maitines de las ocho, se afanan en la tarea sin ni siquiera abandonarse al pasatiempo veraniego de la siesta mecida con las pedaladas del Tour. Ni un segundo de flaqueza para que en la central de propaganda se atropellen las teclas como aplausos con el anuncio del grado de cumplimiento del reto: el 30% en el primer mes; más del 50% avanzadas esta misma semana. Un ritmo que le obligará a incumplir el último de los puntos del listado y cogerse unos días de vacaciones en septiembre.

La carrerilla que se embaló con la apertura completa de Fernández Ladreda y la supresión de su carril bus se ha llevado por delante ya el parque de Pocoyó -”donde el PSOE enterró 250.000 euros y al PP le han sobrado otros 27.000 euros para desterrar al peligro público que suponían el cabezón azul y sus amigos-” y hoy se envalentona con la vuelta del Rastro a Papalaguinda. Las tres piquetas, al margen de la renuncia al proyecto del tranvía, con las que demoler el antiguo régimen para construir uno nuevo. Un sistema en el que se ha reducido el gasto de la corporación y alrededores pero sin que el alcalde y los ediles con dedicación exclusiva vean mermado el sueldo con respecto a sus predecesores; aunque también podría hacer como su compañera Carrasco en la Diputación y subirse 11.000 eurines al año.

Alrededor de estos símbolos de la nueva ola en la que cabalga el verano a lomos de las cien medidas se arracima una retahíla de apuntes para llenar espacio: el envío de cartas -”que por sí solas van a salvar a Correos de la sombra de la privatización-”, la solicitud de entrevistas, las reivindicaciones al Gobierno para que acometa sus compromisos incumplidos -”a la Junta se la molesta y en la Diputación está la jefa-” y las tareas domésticas para apuntar en un papelín y colgar con un imán en la nevera; las que el PSOE y la UPL habían olvidado entre tanta infraestructura trascendental.

Bien vestido y con un poco de gracia en la interpretación de los tontos por ciento, como canta Sabina, hasta va a parecer que no hace falta que cumpla con la promesa de reducción del IBI.

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