Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Mirando al cielo

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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Un amigo ha escrito una Guía de León, que pronto verá la luz. No es el momento de hablar de ella, ya tendremos ocasión de hacerlo. La traigo a esta columna porque en el prólogo habla, con la pasión de quien conoce, admira y sobre todo ama a su ciudad, del cielo azul de León, un azul que nada tiene que ver con los diferentes matices que dan nombre a otros tantos colores: cobalto, añil, índigo, ultramar. Es sencillamente el azul de León, el azul león que es como se debería de llamar. Creo que tiene razón, que el color del cielo de esta ciudad es diferente: es diáfano, resplandeciente, suave, sosegado. Cuando uno pasa por la plaza de la Regla y ve recortarse sobre él los gabletes y pináculos de sus torres góticas se da uno cuenta de que tiene algo: es el fondo de cielo de un cuadro sobre el que se recortan las escenas, los bellos edificios de una ciudad que conserva una riquísima herencia patrimonial.

Es ese azul el que uno desearía ver brillar esta semana que comienza, amenazada por la lluvia, que puede ahogar el esfuerzo de todo un año de miles de cofrades. «Mientras estéis vivos, brillad», leemos en el epitafio de Sifilo, un griego de la Antigüedad enterrado en el Asia Menor. León brilla y vibra en la Semana Santa dando constancia de que es una ciudad viva, que se echa a la calle para acompañar a sus pasos, arte de primer orden, imágenes de una belleza extraordinaria, iconografía didáctica que relata los últimos días de la vida de Cristo: prendimiento, juicio, crucifixión, muerte y resurrección del Señor en escenas de un patetismo y majestuosidad imponente. Es necesaria la teología, que tan bien representó el papa Benedicto XVI, pero también esta religiosidad popular que, como el papa Francisco, llega más fácilmente al corazón de las gentes: hay razones del corazón, dijo Pascal, que la razón no entiende.

Miles de papones con sus túnicas y capirotes de abigarrados colores sostienen los pesados pasos o las acompañan en largas filas, con la devoción y el recogimiento que tales efemérides dolorosas suscitan, por las calles angostas de la ciudad vieja, llenas de curiosos y, como dice de ella misma Susana Vergara, papones de acera. ¡Hay más fe de la que parece! Todos miran al cielo que amenaza lluvia, lo único que impide que salgan los pasos a la calle. Una mujer, sin el menor asomo de ironía, me dice con un deje de tristeza mientras paseamos nuestros perros: quizá las imágenes no quieren salir y no tienen otra forma mejor de decírnoslo. ¿por qué no van a querer salir, le pregunto? Por nuestros pecados. ¿No ve usted la tele? Todo es corrupción, desahucios, miseria, prostitución, pederastia. Es cierto, pero también hay muchos corazones compungidos suplicando a Dios un cielo azul león que haga posible esta Semana de Pasión.

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