Diario de León

EL MIRADOR

Catastrofismo y bipartidismo

Publicado por
JUAN CARLOs VILORIA
León

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U n sociólogo británico que ha estudiado el catastrofismo se asombraba de que a medida que las sociedades son más ricas y seguras en lugar de sentirse más relajadas y a salvo, ocurre todo lo contrario. Lo que no dice es que responsables políticos y algunas organizaciones no gubernamentales, científicos sin escrúpulos, asesores aprovechados, instituciones «sin ánimo de lucro» y un largo etcétera se aprovechan sin decoro del fenómeno. El catastrofismo está especializado en manipular las emociones y el miedo de forma que cualquier asunto que roce el concepto de especies en peligro de extinción, el hambre en el mundo, el deshielo de los cascos polares o la desertización del planeta tiene garantizado un jugoso montón de subvenciones cuyo destino real nunca descubriremos. El último caso desenmascarado de este negocio lo han revelado un equipo de geólogos franceses y africanos que han realizado «el Atlas del lago Tchad» desmontando la extendida idea de su próxima desaparición por el calentamiento del planeta. Unos cuantos listos estaban a punto de adjudicarse sus obras de trasvase por valor de seis mil millones de dólares. El estudio ha dejado acreditado que el problema del lago no existe como tal porque su extensión varía en función de la climatología habitual. Y, sorprendentemente, su peligro más real proviene de la presión demográfica en esa encrucijada africana hacia la que se están dirigiendo cientos de miles de personas aterrorizadas por el grupo Boko Haram (La educación es pecado ). Al final resulta que se ha manipulado un problema político convirtiéndolo en climático. Pero el fatalismo afecta a todos los niveles de la vida en sociedad y la política no es capaz de abstraerse de su inercia. La aversión al riesgo de las sociedades modernas se ha convertido así en la clave para mover voluntades en la dirección adecuada generando un horizonte catastrofista en empleo, pensiones, educación, vivienda, si determinados partidos gestionan el gobierno y ofreciendo la solución mágica si son otros los que se hacen cargo. El resultado es que el ciudadano está sometido a una lluvia de mensajes fatalistas aderezados de cifras en rojo que inclinan su voluntad hacia el lugar conveniente. La campaña electoral recién finalizada ha sido un ejemplo acabado del bombardeo inmisericorde de mensajes fatalistas para agitar las emociones del cuerpo electoral. Es llamativo el éxito que algunos han logrado consiguiendo que se instalase en el ánimo de la mayoría la convicción de que el bipartidismo constituye una especie de enfermedad moral que es preciso extirpar. El hecho real es que los países que mejor funcionan, empezando por la democracia británica los últimos quinientos años, lo ha hecho basándose en la alternancia de dos partidos en el poder.

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