Diario de León

NUBES Y CLAROS

La jauría humana

Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

Creado:

Actualizado:

Desde luego el debate no es nuevo. Ya en la película de los años 60 se ponía de manifiesto hasta qué punto el miedo, a veces justificado pero muchas otras irracional y contagioso, puede llegar a embrutecer a un colectivo hasta el paroxismo. Y de esa fuerza absurda nunca puede salir nada bueno.

Mucho menos cuando el enervamiento es permanentemente alimentado por una conducta de los medios de comunicación que sí debería revisarse de manera severa e inmediata. Personalmente considero que el tratamiento, el atosigamiento y la falta de profesionalidad en busca del morbo que más vende roza en no pocas ocasiones el delito. Y en muchas más de las deseables supera los límites de la deontología profesional y la mínima ética exigible. No entro ya en un mal gusto que está fuera de lugar en casos especialmente dolorosos de por sí para la sociedad.

El pasado domingo, apenas una hora después de conocerse la detención de la ahora (entonces no) asesina confesa del pequeño Gabriel, comenzaron a llegar whatsapps exigiendo la ‘cadena perpetua no revisable’ para ella. No pude contenerme, contesté a la indeseada invasión abogando por dejar actuar a la justicia y respetar el Estado de derecho del que nos hemos dotado. Confiar en él. No debemos ser nunca la manada.

La demagogia tiene muy contaminado el debate sobre la prisión permanente revisable. Es cierto que la denostada Ley de Seguridad Ciudadana la contempla como pena excepcional para los delitos más atroces. Y verdad también que hay delincuentes sobre cuya capacidad de reinserción caben más que dudas.

Para eso están los jueces. Para separar el grano de la paja. El populismo que se alimenta del dolor de algunas víctimas resulta lamentable y produce rechazo, justo el efecto contrario al que pretende. Aunque no en todo el mundo. Se me pone la piel de gallina sólo recordando cómo en los últimos días hemos visto a energúmenos anónimos gritando atrocidades en las televisiones sobre la asesina del niño, o a dolidos familiares de antiguas parejas desgranando todo tipo de detalles tan morbosos como subjetivos, para alimento de la jauría.

No se trata de valorar la catadura moral o psicológica de asesinos y delincuentes, para eso está el sistema judicial. Pero no es de recibo alimentar al monstruo de la masa. Cuando se desata, suele ser irracional, y eso va contra la sensatez. Justicia sí. Pero serena y reflexiva.

tracking