Espanto con picaporte

La puerta es un clásico del terror. Como decía mi madre: «¡Ahí me iba a meter yo!». Finalmente, Inés Arrimadas no entró en la mansión de Puigdemont, en Waterloo. Hizo bien, estos que se creen Napoleón tienen mucho peligro. Esa puerta entreabierta producía escalofríos, tantos como el nuevo corte de pelo de don Carles, que ha debido hacérselo un constitucionalista. Conste que a mí tal cambio capilar del expresident me viene bien, pues ya nadie podrá sacarnos parecido.

La política catalana no había nacido cuando en 1972 Tony Ronald cantaba aquello de «Dejaré la llave en mi puerta/ para ti estará siempre abierta». Un clásico del pop español, qué se le va a hacer. Puigdemont, sí, aunque aún no le habían salido pelillos en las piernas. El líder separatista había declarado que la presencia de la política era un circo mediático, pero que estaba dispuesto a recibirla. Magnanimidad con socarret. O sea, con chamusquina. Así empiezan muchas de terror, con el conde Drácula invitándote a pasar un fin de semana en su castillo de Transilvania. Arrimadas hizo bien en no entrar en aquel triángulo de las Bermudas. Días atrás, había calificado de provocación que esta fuese a retirar lazos amarillos a Amer (Girona), porque es su pueblo y le pertenece. La puerta del motel de Norman Bates tiene menos peligro. No hay color.

El comportamiento de Torra y Colau con el Rey, en el Mobile World Congress, fue una forma de horror urbano, aunque de serie B. Felipe VI ha vuelto a demostrar su categoría humana y como monarca. «Intento de humillación» lo ha llamado con tino Maroto (PP). El republicanismo, el de verdad, tiene detrás un largo historial de caballerosidad. Nada que ver, pues, con este chabacanismo. Otros que piensan que su pueblo es suyo.

En efecto, esa puerta entreabierta era un espanto con picaporte. Tanto casi como la blusa naranja que llevaba ayer Silvia Clemente, en su rueda de prensa en la sede de Ciudadanos. Una bofetada al partido en el que ha desarrollado su carrera política, y no precisamente en cargos de poco relumbrón. Ofrece ahora un proyecto de cambio «frente al inmovilismo actual». Las bisagras de la coherencia también chirrían. Pero no todo se arregla con ‘3 en uno’. Horror.