Diario de León

Publicado por
josé álvarez de paz diputado de honor del Parlamento Europeo
León

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C uando el presidente Puyol retiró su apoyo a los presupuestos del último gobierno de Felipe González, se celebraron elecciones anticipadas en España el día 3 de marzo de 1996, con victoria ajustada del PP, 9.716.006 votos frente a 9.425.678 del PSOE.

El presidente Aznar, demostrando que otra política económica era posible, privatizó en los dos primeros años de gobierno unas treinta empresas públicas, empezando por las más rentables, conocidas como «las joyas de la corona», luego vendrían otras muchas empresas públicas privatizadas, hasta anunciar la llegada del déficit cero (ministro Montoro), del capitalismo popular y el milagro español (ministro Rato). Este, privatizadas las eléctricas decretó, inventando la tarifa en diferido, que el recibo de la luz no subiría más de un 2% al año, a la vez que garantizaba a las eléctricas privatizadas que la diferencia, la amortizarían los españoles paganos en 20 años, como así ha venido siendo, unos 30.000 millones de euros.

En cuanto al capitalismo popular, «la familia que invierte unida, permanece unida», baste señalar que a finales del segundo año del gobierno Aznar, su banquero emblemático Emilio Botín perdió de una tacada 25.000 millones de euros, pero los pequeños inversores en bolsa perdieron todas sus ganancias de aquel segundo año triunfal. Evidentemente, la economía no es una ciencia exacta y los economistas se equivocan bastante más que los metereólogos.

Se equivocaron cuando dijeron que habría una desaceleración en 2016 y cuando anunciaron un aumento de la prima de riesgo.

Las columnas del milagro español, privatizaciones, Ley de Costas y Ley del Suelo, alimentaron la burbuja inmobiliaria que arrancó de sus pupitres hacia los andamios, desde la FP y el bachillerato, a toda una generación de jóvenes españoles. Modelo asiático de urbanismo que podemos admirar en la torre más alta de Castilla y León, la torre de la Rosaleda en Ponferrada.

El déficit cero, que tanto agrada a la banca, a las instituciones globales que la protegen y a sus voceros mediáticos, tampoco es una sana medida económica, porque no es justo que una carretera la paguen al cien por cien los coetáneos de su puesta en servicio. Pero además de ser económicamente saludable un cierto nivel de déficit público, tampoco es viable su pleno control gubernamental, porque el déficit público no lo genera mayoritariamente el gobierno, sino algunos ayuntamientos y comunidades. De hecho, el presidente Rajoy, que había recibido del presidente Zapatero un déficit público del 70% del PIB, entregó al presidente Sánchez un déficit en torno al 100% del PIB.

Ese modelo de política económica, conocida como la de «no hay alternativa», va unida a los nombres de Reagan-Bush y Thatcher, bajo el patrocinio de la escuela de Chicago, Milton Friedman y Von Hayek: control de precios, recorte del Estado, desregulación de las finanzas, predominio de lo privado sobre lo público, internacionalización de las finanzas globales, secuestro de la política en manos de la economía, haciendo caer, a golpe de impuestos al consumo directo, pero sin tocar a las grandes fortunas y a la banca, lo más pesado de las crisis cíclicas del sistema sobre aquellos que no tienen quien mire por ellos, las clases media y baja del estrato social. En este momento, pese a que nuestra economía crece por encima de la media Ocde, somos líderes en desempleo, en empleo precario y en desigualdades sociales. Las desigualdades y la precariedad laboral son un grave atranco de nuestra economía.

El otro modelo, estudiado por el economista J.M. Keynes, es la bandera de la Socialdemocracia que dio a Europa el más alto grado de bienestar social conocido. Medidas que insisten en la redistribución de los recursos que la mano tonta del mercado no sabe repartir y en la capacidad de crear riqueza y empleo con políticas de protección social y preventivas, como las iniciativas locales de empleo y otros yacimientos de empleo estable y de calidad, la creación de un espacio social europeo, un sistema fiscal progresivo, los derechos de las minorías, la sanidad y la educación universales y gratuitas, la protección del medio natural cuando son bienes escasos el sol el aire y el agua, implementada con políticas energéticas alternativas.

Políticas unidas históricamente a los nombres del líder socialista sueco Olof Palme, el alemán Willy Brandt y el español Felipe González, entre otros.

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