La importancia de las instituciones ahora

La pandemia del coronavirus hará que los españoles nos demos cuenta de que las instituciones son esenciales para el funcionamiento de una democracia y para su capacidad de lidiar con éxito una crisis nacional. El reconocimiento de que las instituciones gubernamentales, incluidas las encargadas de proteger nuestra salud, asegurar la formación de las generaciones jóvenes, preservar nuestras libertades y supervisar nuestra seguridad nacional, debe contar con la empatía de toda la sociedad. En pocas semanas ha quedado claro que el Gobierno es la única entidad capaz de responder a una amenaza a nivel nacional. Y el éxito de esa respuesta depende del respeto por las funciones cotidianas del Gobierno. Pero también es necesario que el Gobierno llegue al convencimiento de que la cooperación con los aliados, y también con los adversarios políticos, es especialmente necesaria cuando se trata de lidiar con problemas globales como la pandemia del coronavirus. Es necesario recordar que la confianza pública es crucial para la gobernabilidad, y que la confianza depende de decir la verdad. Y la única forma de decir la verdad es no distorsionar la realidad ni tratar de manipular a la gente.

Es probable que las secuelas del coronavirus incluyan una reacción política. Pero esta vez mucho más masiva y más enojada que en ocasiones anteriores. Una vez que termine la emergencia nacional, me temo que la sociedad entera quiera pedir cuentas de la gestión de esta pandemia, principalmente de la tardía reacción ante la aparición del virus y de las primeras medidas tomadas.

Esta crisis también puede ampliar la brecha de la desigualdad social en España. Muchos tendrán que enfrentarse a la pérdida del empleo y a las cargas familiares. Si persiste el peligro que representa el coronavirus tanto para la salud individual como para la economía, nos veremos obligados a revisar nuestro sistema político y nuestra propia concepción del estado de bienestar social.