Diario de León

Los oligarcas del Ibex se arrodillan ante Moncloa

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Saben de sobra que la política de este Gobierno sociocomunista es nefasta para la economía de España. Porque en una situación de crisis el remedio es reducir los gastos no productivos no aumentar los ingresos vía impuestos. Sin embargo, allí fueron, dóciles como hatajo de corderos, a escuchar cual cándidos párvularios la parletada panfletaria del Doctor cum Fraude. De nombre tan fatuo como la boca de su locutor: «España puede». Se les nota la comezón del bochorno que sienten al estar presentes en este acto bufonesco, pura propaganda del Gobierno para fingir el apoyo del los lideres del establishment a sus desvaríos doctrinarios.

Podían haber rehusado la invitación, simular una enfermedad, fingir un compromiso, aparentar no haber sido informados. O mejor aun podían haberla rechazado simplemente, con cortesia o sin ella o más simplemente aun, no hacer acto de presencia. Pero, no, allá fueron, para ocupar la primera fila del noble auditorio.

Con sus rutilantes atavíos de 5.000 euros, la pieza, sus chillonas corbatas de seda chinesca, la souflé creme de la burguesía nacional, los pilotos de las galeones empresariales de esta España vuestra, la moderna oligarquía del Ibex, cotizando a mínimos históricos. Los artífices de ese capitalismo de amiguetes, como gustan de tildarles los voceros de ese Gobierno al que vienen a hacer la pleitesía, como fieles vasallos del señor feudal a quien hacen vasallaje y de quienes esperar los correspondientes prebendas.

Con este homenaje, revelan el miserable papel que les cabe cumplir, el de vulgares capo-gestores de las grandes corporaciones del Reino, con el beneplácito del Señor de turno. Súbditos de postín de un narco-capitalismo de Estado del que depende el grueso de las balanzas de sus negocios. Carretilleros de convenios, usufructos, subvencioes, concesiones, consorcios y toda clase de mordidas al erario publico.

Allí fueron los prohombres y las proféminas, don Pérez, don Galán, don Fainé, don Brufau, don Torres, don Entrecanales, don Isla ¡qué decepción. Y las doñas, con Botín, a la cabeza, tan roja ella. Su imagen en todas las portadas de papel ha sido tan penosa que habrá servido al menos para limpiar las posaderas de los ciudadanos decentes que intenta sobrevivir en este aciago paisaje entre el in crecendo exponencial de la chusma acogida a la beneficencia pública.

Lo que destella en esa imagen, lo que luce de verdad son las efigies de los ausentes, por cierto, dos tercios del Ibex, Los valientes que no han doblado su cerviz. Porque son libres en sus negocios, no dependen sus ingresos de regalías de Estado y ante cualquier amenaza chantaje soborno, siempre podran decir «ahi te quedes con tus reinos que yo llevo mis naves a otros hemisferios, y de paso, págales el desempleo a los miles que mantengo» Sus nombres deben figurar con letras de molde para que sirva de guía a los inversores sagaces. Grifols, Gallardo, Doncausa, Del Pino, Escarrer, y otros capitanes de menor enjundia pero no menos esforzados.

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