Matar la inflación a cañonazos

Este Gobierno se ha puesto de nuevo a la cabeza del batallón de  los ineptos. Ya lo estuvo en la gestión de la epidemia de covid: El 0,8% de fallecidos con respecto al total de población, igualados a la cola de Europa con Italia y Francia. Lo repitió en la gestión de la guerra de Ucrania, según se desprende de  la valoración de  su presidente entre  lideres de Europa, según la encuesta de Euroskopia del primer domingo de agosto; 4,5 puntos, el peor de todos los europeos. Y confirma su liderato de los torpes en la gestión  de la inflación que padecemos: un 10,7%, la más alta de Europa, solo igualados con Holanda. 

Y es que combatir la inflación con estrategias de supermercado de barrio es como matar moscas a cañonazos.   

Los beneficios que causan son infinitesimales con relación a los daños que palían. La inflación se combate, según los manuales más básicos de economía con medidas como: Reducción del gasto público para contener la excesiva demanda de consumo, bajada de  impuestos sobre alimentos y carburantes, incremento de la competencia entre empresas,  incentivos a  la eficiencia de los gestores, aumentos de productividad en los agentes económicos.

Hacerlo con leyes coercitivas de ahorro energético o subvenciones discrecionales al consumo privado son muestras fehacientes de una clara voluntad de no buscar un remedio al cáncer de la inflación  sino solo una burda excusa para ganar clientes políticos.

Las preguntas son obvias, ¿quién paga esos descuentos que se ofrecen en los trenes? Los contribuyentes, claro está, que tendrán que cubrir con sus impuestos las pérdidas de la empresa pública Renfe.  ¿Por qué no bajan los impuestos a los carburantes en lugar de abonar unos descuentos que solo favorece la picaresca de los más espabilados?

Pero ya sabemos que esta es la marca de fábrica de los lerdos y zopencos  que nos rigen y gobiernan; desvalijar sin reparo las arcas públicas para satisfacer a sus potenciales clientes de urna.

La política que se le ocurría al usuario más torpe de la guardería: imponer restricciones de molde totalitaria, vía decreto ley y regalar «ayuditas» a costa del Tesoro público, 

Todo a cargo de los pobres contribuyentes que cargan pacientemente con el sobrepeso creciente  de la marrana  del Estado y de su deuda pública que algún dia llevará a la bancarrota, o al rescate por Bruselas, del Reino de España.  Que es la deuda de todos, (un billón y medio de euros, a 30.000 por cabeza, que pagará usted señora y usted señor, con sus gravámenes,)

Es la misma política del Plan E del Sr Rodríguez «Zapatustra» el derroche ilimitado con pretextos solidarios. Ya saben la receta, dejar las cuentas públicas en paro cardiaco para que arregle el entuerto la oposición cuando gobierne.

Y aprovechar el malestar a que obligan los ajustes de cuentas para reconquistar los ministerios. La izquierda, en lo tocante a la economía, es así: propaganda falaz, fiscalidad confiscatoria e incompetencia gestiva, o sea, sectarismo, mangancia y despilfarro.