Diario de León

Una reflexión sobre la guerra en Gaza en tiempos de la Navidad

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En la madrugada del sábado 7 de octubre de 2023, cientos de palestinos de Hamás destruyeron las barreras entre la Franja de Gaza e Israel y sembraron terror y destrucción, matando a unas 1.200 personas, hiriendo a miles más y secuestrando a más de 240 soldados y civiles israelíes. La ferocidad del ataque cogió a Israel por sorpresa, no sólo porque la inteligencia israelí no había descubierto el complot de antemano sino también porque el ejército tardó mucho en neutralizar la amenaza. Los israelíes quedaron horrorizados, mientras muchos palestinos observaban con cierto sentido de reivindicación el ataque perpetrado por Hamás. Israel respondió con un intenso bombardeo sobre Gaza. La intensidad de la respuesta israelí no fue sólo una reacción a los horrores que se habían cometido sino también un intento de restaurar cierta sensación de seguridad en Israel después de la vergonzosa actuación de los servicios secretos de Israel que permitió que se produjeran los ataques.

Ante estos hechos, es difícil pedir moderación, apoyar el diálogo y promover la reconciliación en medio de la guerra. No obstante, al día siguiente, domingo 8 de octubre, el Papa Francisco se dirigió al mundo en  su discurso del Ángelus diciendo: «Sigo con aprensión y tristeza lo que ocurre en Israel, donde la violencia ha estallado aún con más ferocidad, provocando centenares de muertos y heridos. Expreso mi cercanía a las familias de las víctimas. Rezo por ellos y por todos los que están viviendo horas de terror y angustia. Que cesen los ataques y las armas. ¡Por favor!».

La situación creada es sumamente compleja. Las dos partes del conflicto, israelíes y palestinos, intentan movilizar la opinión pública dentro y fuera del país para justificar sus acciones. La batalla militar va acompañada de una batalla por controlar la información que se transmite desde los medios de comunicación. Por un lado, comenzaron a aparecer en los medios de comunicación imágenes aterradoras de militantes de Hamás armados invadiendo Israel y causando destrucción y muerte en una orgía de venganza. Estas imágenes han mostrado al mundo entero las masacres de hombres, mujeres y niños israelíes que fueron acribillados en la zona fronteriza con la Franja de Gaza. Además de cientos de jóvenes asesinados en un festival de música y de mujeres, niños pequeños y decenas de personas, tomados como rehenes y llevados a la Franja de Gaza, provocando terror y rabia en todo Israel.

Por otro lado, la respuesta de Israel con el ataque a la Franja de Gaza con su sofisticado arsenal de armas de precisión ha proporcionado un cúmulo de imágenes parecidas y a la vez diferentes a las anteriores. Los barrios de Gaza han sido borrados y los edificios de gran altura reducidos a escombros en segundos, con miles de hombres, mujeres y niños enterrados en las ruinas. El 13 de octubre, el ejército israelí ordenó a los habitantes de Gaza que evacuaran toda la parte norte de la Franja, haciendo que cientos de miles de habitantes de Gaza huyeran de sus hogares. Imágenes del flujo de personas cargando algunas pertenencias se sumaron a la lista de escenas desgarradoras de aquellos que encontraban la muerte en lugares supuestamente seguros huyendo hacia el sur. Estas imágenes muestran el horror de la guerra con miles de cuerpos de hombres, mujeres y niños masacrados, sus hogares, escuelas, mezquitas, iglesias y hospitales bombardeados, multitud de heridos llevados a hospitales superpoblados, los gritos incesantes de sus familiares y amigos, reunidos alrededor de los cadáveres de sus seres queridos.

La selección de imágenes y las cifras de muertos, 1200 israelíes muertos y 240 secuestrados, y los cerca de 20.000 palestinos muertos, según el Ministerio de Sanidad de la Franja de Gaza, están en el centro del interés de ambas partes para conseguir apoyo al derecho a la autodefensa y para legitimar los medios utilizados contra el otro. En esta batalla por la opinión pública, muchos apoyan a Israel y muchos otros a los palestinos. Tras el ataque inicial de Hamás, el presidente Biden y los líderes de los principales países de Europa occidental apoyaron a los israelíes. Pero la masacre del pueblo palestino también ha encontrado comprensión y apoyo en los países árabes, musulmanes y muchos otros, que han organizado manifestaciones masivas por las calles de medio mundo, gritando su condena a Israel con expresiones de antisemitismo.

Israelíes y palestinos mantienen narrativas muy diferentes sobre quién es el culpable de lo que está sucediendo. Para Israel está claro que la tragedia comienza en esa negra mañana del 7 de octubre. El presidente israelí  Isaac Herzog, en su encuentro con la prensa el 12 de octubre, afirmó: «No había ningún motivo para este estallido que terminó en la peor tragedia jamás sufrida por Israel en toda su historia y el mayor número de judíos asesinados desde el Holocausto». En las semanas y meses previos al ataque, Israel estaba a punto de firmar un acuerdo de normalización con Arabia Saudita, apoyado por la administración estadounidense. Pero el 7 de octubre una oleada de violencia rompió la calma y los israelíes se encontraron frente a una amenaza existencial de nuevas proporciones.

Por su parte, Muhammad Dayf, comandante supremo del ala militar de Hamas, declaró que esta incursión en Israel era en sí misma una respuesta a una ocupación y represión que viene de lejos y que se ha prolongado durante décadas. Los partidarios de Hamás justifican el ataque como una reacción al régimen que los ha mantenido encerrados en una franja de tierra superpoblada, en su mayoría llena de campos de refugiados. Las terribles condiciones de vida en Gaza han empeorado desde que Hamás llegó al poder en 2006. El recién nombrado cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, cuya diócesis incluye Gaza, dijo unos días antes de los acontecimientos actuales que la Franja de Gaza era «una prisión al aire libre».

La creencia de que la victoria se puede lograr derrotando al enemigo en una guerra despiadada está en el centro de la retórica de la guerra entre estos dos contendientes. Israel «argumenta que la razón de ser de Hamás es «matar judíos»; que «los terroristas de Hamás mataron, quemaron y ejecutaron a niños; que son unos salvajes…. Por el contrario, para el mundo árabe y musulmán y para muchos países que han conocido el colonialismo, los palestinos han logrado vincular su lucha a una lucha de liberación mundial contra el colonialismo, el imperialismo y la supremacía blanca. Hamás justifica la crueldad de sus militantes retratando a los israelíes como colonos cuyo único interés es la eventual extinción de los palestinos. La presentación del otro bando como la personificación del mal justifica los medios utilizados para combatirlo. Las muertes de civiles se justifican como daños colaterales incluso cuando superan ampliamente en número a los objetivos militares legítimos. Alimentados por lo que parece una insaciable sed de venganza, ambas partes del conflicto creen que la violencia traerá la victoria. Y este es quizás el mito más venenoso de cualquier conflicto.

La comunidad internacional, después de varios intentos fallidos, parece haber renunciado a desempeñar un papel moderador en el conflicto. Los planes de paz propuestos por varios organismos internacionales, incluida la ONU, no han llegado a ninguna parte. En este contexto, la Iglesia católica, libre de las limitaciones de los intereses políticos, puede desempeñar un papel importante al recordar a israelíes y palestinos que todos estamos llamados a seguir un camino de justicia, de paz, de igualdad, como predicó Cristo en esas tierras hace 2.000 años. Las palabras de Jesús deben abrir horizontes de paz entre estos dos pueblos que comparten la tierra en que Jesús vivió y predicó la paz para todos los hombres de buena voluntad.

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