Diario de León
Publicado por
Ángel Almanza Pérez
León

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Cuando los españoles ratificaron la Constitución por amplia mayoría (incluidos los catalanes), esperanzados sin duda en que la misma afianzara nuestra democracia y nos incorporara al club europeo, no imaginaban lo que ha sucedido desde 2012, en estas semanas y falta por acontecer en los próximos meses. El famoso «café para todos» del que tanto se ha hablado y escrito no resultó ser de la misma calidad para todos ya que contemplaba, por un lado las autonomías forales «históricas» y por el otro las demás. Si bien los «padres» de la Constitución no pretenderían que ese carácter distinto fuera desigual, dejaron la puerta abierta (y otras) para que así haya resultado y los entes forales vasco y navarro tienen autonomía fiscal y disponen de una mayor financiación para sus ciudadanos que el resto. Como se sabe esas dos comunidades recaudan el 100% de los impuestos y entregan un % al Estado para los gastos generales de éste. El motivo de una financiación similar, fundamentalmente, fue el origen del ‘procés’ (la pela es la pela), aunque lo disfrazaran con la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 sobre el Estatut y luego con «España nos roba». Deberían haber dicho «Euskadi y Navarra nos roban»; pero cómo iban a decir eso si los nacionalistas vascos son compañeros de viaje hacia fuera de España y los independentistas catalanes demandan también un Concierto similar al vasco, que parece que conseguirán con Sánchez, bilateralmente, y no en el común Consejo de Política Fiscal y Financiera, donde correspondería.

Los dirigentes catalanes, en vez de plantear una reforma constitucional, iniciaron la vía unilateral que todos sabemos como transcurrió y finalizó en 2017 con la aplicación (muy tarde) del art. 155 de la Constitución, con el apoyo de Sánchez (qué tiempos). La Constitución quizá necesite reforma pero, a mi parecer de profano en Derecho, sería para impedir delegar competencias exclusivas del Estado (art. 149) y darle una mayor cohesión al país, no para plurinacionalizarlo y disgregarlo. Creo que adolece de blindar (palabra muy usada por los nacionalistas) las competencias estatales. Nos hemos autonomizado demasiado. Pero claro, ¿quién abre la caja de Pandora de una reforma sin un consenso previo?

Pues bien, ahora, el nº 3 del PSOE y el prófugo de Waterloo pactan una rendición humillante del Estado a cambio de la investidura (la cara de circunstancias del nº 3 y la sonriente del prófugo denotan quien se rindió). En el texto del pacto se retrotraen a los Decretos de Nueva Planta de 1716; por desgracia, incompletos en mi opinión, pues no incluyeron al País Vasco y a Navarra, lo que nos trae estos lodos.

Es triste que dos de las comunidades autónomas más prósperas, o quizá por eso, sean las más insolidarias y desleales al país y la Constitución, considerando que su riqueza se la deben en gran parte al consumo «prisionero» de sus productos (sobre todo catalanes) por el resto de España durante mucho tiempo. El que es desleal siempre está insatisfecho. Nuestro país, como todos, si quiere conservar su integridad, en algún momento ha de poner líneas rojas; decir, como Felipe González hace unos días: «hasta aquí hemos llegado». Felipe González, recordemos, tuvo la dignidad de la que carece Sánchez, pues su cambio de postura respecto a la Otan lo sometió a referéndum nacional y ahora, para la amnistía se basta Sánchez, su nº 3, Bolaños, ahora ministro de ¡Justicia! y Puigdemont.

Fernando VII renegó de la Constitución de Cádiz cuando tuvo el poder. Sánchez ha renegado del Estado de Derecho en su propio beneficio y ambición. ¿Cabe mayor felonia que permitirles redactar la Ley de Amnistía a su gusto a los que se revelaron? Él está tan seguro de que su Tribunal Constitucional la va a dar por buena que ya han rehabilitado a Puigdemont llamándole ‘president’, sin rubor, Ya solo nos queda ver entrar por La Junquera a Puigdemont exultante diciendo: «ja eher Nui victorios» y los dedos en V. ¡Ah! y los vascos parece que van a recuperar su «pise foral» del medievo y contar con prerrogativas reduciendo allí la posibilidad de legislación del Estado, que hacen más soberano a Euskadi ¿Y la Seguridad Social? ¿Quién da más? Sanchez. Este hombre ha puesto el Estado a los pies de los caballos (independentistas).

Las personas juzgadas y condenadas con todas las garantías procesales, anulan su propio juicio con los votos en el Congreso de los compañeros del mismo partido infractor, se autoamnistían e incluso declaran prevaricadores y perseguidores a los jueces y fiscales intervinientes. ¿Jurídicamente es asumible? Hace unos días la portavoz de Junts en el Congreso lo dejó claro señalando a jueces con nombre y apellidos ante el PSOE, que tardó dos días en condenar el hecho, la de sapos que traga Sánchez por la Moncloa y nos hace tragar a la ciudadanía. Independientemente de la resolución que adopte el T.C. sobre la Ley de Amnistía, el daño contra la igualdad de los españoles ya está hecho con algunos acuerdos y la previsible aprobación en el Congreso.

¿Y el pueblo? Pues tengo la impresión de que la mayoría está resignada a la amnistía, medida que le impide ver las conquistas de soberanía y económicas de vascos y catalanes sobre todo, en detrimento del resto. Las cesiones no van de corregir una injusticia, van de ambición desmedida de un hombre, de humillación del Estado: de derrotado en las urnas simulando que es vencedor (mayoría social, dice); de más desigualdad entre los españoles; de unidad o fragmentación a medio plazo de España; de que se incumpla la Constitución, las leyes y sentencias, de dejar desamparados a los catalanes que no sean partidarios de la independencia; van de que, si esto sale adelante se reforma la Constitución por la puerta de atrás sin que tú, pueblo, participes. Si la mayoría está en contra de los pactos, según las encuestas, ¿por qué la reacción del pueblo ha sido escasa? Por cierto, ¿Dónde estaba la UPL? ¡Que las medidas que se aprueben no tienen marcha atrás! ¡Que el enemigo público de la unidad de España en este momento no es Puigdemont, es Sánchez y preside el país! ¡Que la Unión Europea no nos va a sacar las castañas del fuego!

Preguntas al aire, una ingenua: ¿Todos los diputados socialistas votaron en conciencia o en conveniencia admitir la Ley de Amnistía? ¿Cabe en la Constitución el sí y el no para todo? ¿Es constitucional que un Gobierno pacte que una autonomía, Cataluña, recaude mayor % de impuestos que las demás? ¿Qué referente le queda al pueblo? ¿El Rey actual que la defendió con firmeza el 3 de octubre de 2017, pero que no tiene poder ejecutivo alguno? ¿A que sectarismo hemos llegado que un expresidente de la Diputación de León rechaza la libertad de expresión de Felipe González y de Alfonso Guerra con la frase «mejor estaban calladitos? ¿Qué tipo de negociación es aquella en la que los partidos «donantes» de los votos obtienen el 100% de sus demandas? Lo nunca visto. Sánchez y sus adláteres podían haber firmado los papeles de los pactos de negociación en blanco y que todos los partidos «donantes» los rellenaran a su gusto.

Después de los hechos acontecidos y los previsibles, el ordeño de la España vaciada, ya de personas y pronto económico por la España más rica y desleal, y viendo mi patria en manos de un indigno, mezquino (véanse sus risotadas burlonas en la tribuna del Congreso) y sin escrúpulos, me asalta un sentimiento de melancolía. Me consuelo escribiendo este modesto mensaje, bajo a comprar chorizo sin aditivos de mi montaña en vez del de una famosa casa catalana y lo como contemplando el suave ondear de la bandera constitucional que he colocado en mi ventana con un crespón negro.

Resumen: Pedro Sánchez pasará a la historia, su anhelo. El felón Fernando VII también pasó.

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