Diario de León

TRIBUNA

MÁXIMO SOTO CALVO ASOCIACIÓN PRO IDENTIDAD LEONESA

¿Resucitará también lo del museo?

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L a pasión procesional leonesa, en tradición empieza el Viernes de Dolores con la Virgen del Mercado, la antigua del Camino, La Morenica. Y podemos decir que se cierra con el Resucitado de Víctor de los Ríos. Éste, cual colofón, lo harán los papones de Divino Obrero a «cara descubierta», en la plaza de Regla, donde la Pulchra Leonina, se alza en bella verticalidad hacia el «cielo» entre los colores de vistosidad de sus vitrales, hacia el que se elevarán las palomas en liberada ¡aleluya!, con los mejores deseos de la Hermandad.

Se rompe el anonimato cofrade, la representación pasional baja el telón, las imágenes que han estado bien procesionadas toda la semana, serán recogidas después de su paso por las calles, cortejos dotados cada año de añadida vistosidad, que hasta puede llevarse por delante esencias de lo religioso, y, «paso a paso los pasos», ¡cumplida su misión! irán a ocupar un espacio, un interregno, de fe y tradición, en la iglesia o lugar de acogida correspondiente.

Y aquí suena la pregunta que intento vaya dirigida al señor obispo legionense, sin señalamiento alguno, tan sólo para que, dado su poder, y si esto no suena bien, digamos su posibilidad interventora de alta representación eclesial, para de la mano de las hermandades, ¡compartiendo! poner las cosas en su sitio: activar lo del museo, que debe ser de todos y para todos. Y para darle tal rango, cúmplanse las premisas que lo han de condicionar como tal; ¡ah, y como acogimiento cofrade.

Este año el pregón de la Semana Santa leonesa, piezas éstas que muy en principio fueron eclesiales, y con la incorporación de la voz popular tomaron otra dimensión, ha estado en la palabra de un alto representante de la cúpula eclesial española, el arzobispo de Oviedo, que en presencia física está a la «altura» de nuestro prelado, pásese por alto la digresión, no es significativa, pero que, ante la foto, me ha gustado colocarla, antes de dejar señalado que estos últimos años, de modo especial, ha estado ocupada la tribuna de pregoneros, por gentes leonesas, digamos del pueblo, que saben y mucho de esto.

De su discurso, arzobispal, para la Semana Santa leonesa, tomo, y no como a voleo, un plural empleado, ése que es compartir: «Los cristianos necesitamos resucitar». En este caso una frase de empuje controlado, dentro de la fe cristiana, comprender valorar y ¡mejorar el comportamientos todos!, así lo anunció o así lo entiendo y como tal lo recojo. Y que, junto a algunas otras frases de interés, tomaré para una más amplia perspectiva y tratar de completar «mi opinión» en torno a lo procesional que todas las Semanas Santas nos envuelve, y que no son, o no deberían ser «días de evasión», con el tema religioso en lontananza.

Nos invitó a vivir una Semana Santa distinta, ¡inédita! fue la expresión. Iba dirigida a los leoneses, papones de acera unos, papones de ejercicio y esfuerzo otros, y nos quedan los «espectadores» en general, sin matices, vecinos de la urbe que salen de sus casas leonesas a ver «sus» procesiones, no sé si con buena dosis de fe o como rutina secular arraigada que nos muestra cada año lo mismo, como no puede ser de otra manera. Más lo visitantes, y no son pocos.

«Inédita por cuanto jamás se repetirá la misma», lo cual se comparece, y mucho, con lo que dejó apuntado con profana hondura Antonio Machado, «… se hace camino al andar…, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca volverás a pisar».

Cuestión aparte merece el «decorado», los inmensos tronos, el floreado artístico y la musicalización que todos pretenden añadir, cuanto más mejor, y nadie duda que ayuda a la marcha, pero puede distorsionar la cada vez menos enfervorecida participación desde la acera.

Ciertamente como dijo el alcalde legionense, es semana de amor y compromiso con lo leonés. Y tal como colocaría Diana Belén García, presidenta de la Junta Mayor de Semana Santa, de reencuentros familiares, regreso transitorio de leoneses en la obligada diáspora, para cumplir con un compromiso cofrade, incluso de familiar aceptación, dicho con algún añadido mío pero sin querer alterar la esencialidad aportada por cada uno de ellos.

Es evidente que esto último, entra por derecho propio en lo tradicional, que no es «costumbrismo sabiondo», cuando va implícito en lo identitario leonés, es, a mi sencillo entender de leonés comprometido, cuando de la costumbre bien arraigada se va a la tradición como más alto compromiso,

Ahora con todo respeto para la autoridad eclesial, tomo como apoyatura o ejemplo, y no como anecdótico, que el obispo, don Luis Ángel de las Heras, el primer Viernes de Dolores leonés que entre nosotros vivió, quiso y así lo hizo, al ser invitado a ello, pasar a pujar durante un trayecto procesional las andas de la Virgen del Mercado. Pues bien, si tal cosa se repite de forma anual, por costumbre, y vira hacia serio compromiso, llegará a tomar el rango de tradición y pasará a implicar a los nuevos prelados que vayan ocupando la sede.

En Ponferrada, también se decantaron por un alto representante eclesial, nada menos que el nuncio del Papa, monseñor Bernardito Auza y Cleopas. Me permito opinar, por lo leído, que fue menos localista en sus palabras, en una más buscada visión religiosa, situando las procesiones «como expresiones de fe,» (ésa que fue profunda en su tiempo, digo) y ahora «se construyen artificialmente en una sociedad sin fundamentos religiosos». ¡Sencillamente lo comparto!

La coincidencia pregonera me suena a voluntario interés pastoral.

Cuestión aparte merece el «decorado», los inmensos tronos, el floreado artístico y la musicalización, cuanto más mejor, y nadie duda que ayuda a la marcha, pero puede distorsionar
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