Diario de León
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Camino Gallego
León

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Dicen que éste es otro mandamiento, aunque no cupiera en las tablas de Moisés. Y así lo creemos quienes utilizamos la larga avenida Párroco Pablo Díez que desde hace unas semanas no entendemos qué han hecho con los semáforos. Se supone que están para regular el tráfico, no para entorpecerlo. Pues bien, un día aparecieron unos operarios que se subieron a los semáforos y desde entonces nada ha vuelto a ser igual. Teniendo en cuenta la largura de esta avenida y el intenso tráfico que soporta no es difícil imaginar que cualquier cambio puede ser peligroso. De acuerdo que también tienen derecho a circular quienes desean girar y quienes se incorporan a esta vía desde las travesías de la derecha, pero lo que está claro es que el grueso del tráfico es el que va por esa calle y por tanto debe controlarse el tiempo de los semáforos para que no se formen más atascos, a cambio de que no esperen un par de vehículos que salen por la derecha. Lo que está claro ahora es que se han modificados los ciclos y quien circula por la avenida debe detenerse al menos tres veces (la mala suerte a veces hace que tengas el pleno de cinco) ante los semáforos que hay en la zona de vía rápida (?) de los inicios. No se trata de hacer un rally, pero tampoco de ir en procesión. Antes de este descontrol estaban bastante bien, aunque acepto que se modifiquen levemente los ciclos para dar salida a sus travesías, pero tener que parar en cada uno de los semáforos es un via crucis que espero no se prolongue más allá de Semana Santa, porque para entonces ya habremos hecho bastante penitencia. Por cierto, que el lamentable estado del firme (?) de esta avenida también se iba a cambiar, pero en este caso las elecciones, en lugar de acelerarlo lo van a retrasar y, como siempre, los sufridores seremos los usuarios. Claro que a lo mejor lo de los semáforos es un favor que nos hacen para que no destrocemos el coche si vamos muy deprisa. En ese caso, gracias pero no hacía falta.

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