Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

Molinos de viento

Ponferrada

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NO LE FALTA imaginación al empresario berciano Manuel Lamelas Viloria cuando contrata un helicóptero para salvar el bloqueo de un camino por un grupo de vecinos descontentos y organiza un singular puente aéreo entre la cuba rodante de un camión de hormigón y el parque eólico de San Pedro que está construyendo en las crestas de San Andrés de las Puentes. No le falta imaginación, y mucho menos dinero, porque el alquiler de uno de esos pájaros de hierro que suelen recorrer los cielos del Bierzo en verano para trasladar cuadrillas forestales a los incendios no está al alcance de todo el mundo. Así que deduzco que el negocio del aire debe merecer tantos esfuerzos, porque ya pueden ser fiables las mediciones previas, que a la hora de rentabilizar una inversión todo acaba dependiendo de los caprichos del viento. La pugna entre la empresa eólica participada por Viloria y Unión Fenosa y los vecinos de San Andrés de las Puentes es similar a la que todavía no se ha cerrado del todo entre los habitantes de Calamocos y Gas Natural. En el fondo de la discrepancia está el daño que las instalaciones, ya sea una tubería de gas o una torreta de viento, causarían a los manantiales de la zona. No tengo suficientes elementos de juicio para decir aquí que los vecinos de San Andrés tienen razón o que la empresa está sufriendo un bloqueo injusto. La decisión está en manos de la Junta de Castilla y León, aunque no se puede esperar que la administración autonómica sea infalible sabiendo que declaraciones de impacto ambiental favorables a otro tipo de proyectos energéticos han servido en el pasado para autorizar algún que otro desastre. Y es que el hipotético daño sobre los manantiales no debiera ser la única consideración que condicione la instalación de un parque eólico. De un tiempo a esta parte, las estribaciones montañosas del Bierzo Alto comienzan a aparecer tachonadas de molinos de viento. Uno puede ver las hileras de torretas recortando el perfil de las montañas desde varios kilómetros de distancia y aunque habrá a quien le guste esa imagen, -los mismos, quizá, que no se cansan de señalar que Las Médulas no son otra cosa que los restos de una mina a cielo abierto sin restaurar- no creo que a la larga sea bueno para atraer visitantes alterar de una forma tan radical el paisaje. La polémica en torno al parque eólico de San Pedro coincide con la reanudación hoy de la actividad en la fábrica de palas de LM en Ponferrada, después de que el retraso en autorizar nuevos parques obligara a suspender la producción. Lo que hace falta ahora es que la Administración autonómica sea capaz de apoyar a un sector emergente, que ha creado empleo, sin desproteger el medio natural y sin rendirse a las presiones para flexibilizar las declaraciones de impacto ambiental. Sobre todo si con el tiempo se demuestra que el negocio vinculado a la fabricación de palas es pan para hoy y hambre para mañana. De lo contrario, podemos acabar confundiendo con gigantes lo que sólo son molinos de viento.

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