El as de corazones

LOS GRANDES acontecimientos de diversa naturaleza y valoración se suceden: éxito de la multitudinaria manifestación en San Sebastián contra el plan secesionista de Ibarretxe. Fracaso estrepitoso de la Cumbre Comunitaria de Bruselas sobre la Constitución Europea. Éxito de las tropas estadounidenses que, finalmente, han capturado en Tikrit, exactamente en una tienda de verduras, al ex dictador irakí, Sadam Huseín. Esta última información era confirmada al mediodía por el Pentágono y por Tony Blair, y cabe suponer que supondrá una impresionante elevación de la moral de los combatientes contra los restos de una dictadura que en los últimos meses se había convertido en formidable y temible resistencia contra los invasores. La caída de Sadam Huseín llega muy tarde, tras haberse hecho esperar más de medio año desde el teórico final de los combates, primero, y desde que el presidente Bush diera por finalizada una guerra que ha mantenido una feroz posguerra para sus tropas. Finalmente, la noticia de la captura de Sadam es probable que termine de desalentar y de disuadir a los suyos de que su régimen llega, finalmente, a su final y que tampoco tiene sentido seguir resistiendo a la «pacificación que llega del imperio ocupante». Pero es prematuro adivinar la fase que comienza ahora en Irak, tras la detención de Sadam. Como es un misterio saber qué sucederá con esta primerísimo carta de los perseguidos como responsables de una situación que forzó a una intervención que para muchos ha sido un disparate de planificación y ejecución. ¿Será juzgado con alguna clase de garantías, dónde, cuándo, por quién? ¿Qué ha sido de las restantes cartas de la baraja que en su momento fueron detenidas? ¿Cuántas cartas siguen sueltas y a su aire? Ahora que parecía haber comenzado a descongelarse la penosa situación originada en Guantánamo con los detenidos en Afganistán, tras la resistencia de los talibanes a los atacantes norteamericanos, y una vez que algunos jueces parece que han tenido la posibilidad de activar un proceso judicial que producía vergüenza en las instancias internacionales, cabe esperar que con Sadam Huseín se proceda con más diligencia y garantías jurídicas. Y que, conforme se le prometió, tendrá un juicio justo.