Diario de León
León

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EL AYUNTAMIENTO tiene paralizado temporalmente el expediente para denominar una calle «28 de junio», día del orgullo gay, ante las protestas manifestadas por vecinos temerosos de que la zona se convierta en gueto y ser objeto de mofa. No comparto tales miedos, pero tampoco los desdeño, pues son consecuencia de machaconas  demonizaciones, de creencias heredadas, que deben ir siendo desterradas con paciencia. En esta tarea de concienciación ciudadana hay que convencer, más que imponer. Lo importante es que la homosexualidad no es sólo una inclinación, sino también una forma de amor. ¿El problema es esa fecha concreta? Pues consensúen otro nombre relacionado. Una propuesta: «Oscar Wilde», el gran escritor irlandés,  vejado y encarcelado por su homosexualidad,  autor de los más bellos -y cristianos- cuentos, quien en prisión escribió la larga carta De profundis , pero también el poema La balada de la cárcel de Reading : «todo el mundo mata lo que ama/ el cobarde lo hace con un beso/ el valiente con la espada... No es una ocurrencia, en Ponferrada hay una plaza dedicada a John Lennon. Wilde es un icono universal del mundo gay, pero sobre todo de la inteligencia, del derecho a ser uno mismo. Murió pobre, despreciado por quienes antes le reían sus agudezas. Se acercó al catolicismo, convencido del poder de la compasión,  esa que la sociedad victoriana no tuvo con él.  Todos vivimos en una acera de enfrente, pero  Wilde las unifica; nos conciencia por encima de prejuicios y de etiquetas. La homosexualidad en sí misma no es motivo de orgullo ni de vergüenza. Pero éste gran escritor homosexual sí se merece una calle. De todos y para todos.

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