Diario de León

AL DÍA

Seis ciegos y un elefante

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HABÍA una vez en la India un sabio marajá que tenía un hijo dispuesto a heredar el trono. El marajá quería que el príncipe aprendiese a tomar decisiones por sí mismo, así que le llevó al patio del palacio. Había hecho a sus soldados buscar seis ciegos por las calles de su ciudad, y los seis aguardaban apoyados lastimosamente en sus bastones. Junto a ellos había un enorme elefante. - Habéis sido llamados para dar vuestra opinión sobre un extraño objeto que ha aparecido esta noche en el patio de mi palacio. Cada uno de vosotros lo palpará y me dirá que es. Al que lo acierte le espera una buena recompensa- dijo el marajá. Así que los ciegos, emocionados, palparon lo que los soldados les indicaron. Uno de ellos palpó la trompa, y dijo que sin duda aquello era una serpiente. Otro palpó la peluda cola, y dijo que aquello era un adorno ceremonial. Cada uno de los cuatro restantes palpó una de las patas del paquidermo y juró hallarse en presencia de un árbol rugoso y fuerte. El hijo del marajá aprendió una valiosa lección. Las conclusiones desinformadas son enemigas de la sabiduría, como también es magnificar una parte y juzgar el todo. A tenor de los juicios del 11-M, podríamos deducir que nuestro panorama periodístico está lleno de ciegos que ven, la especie más peligrosa de todas. El juicio paralelo que se está realizando en los medios de comunicación roza en ocasiones lo deleznable. Estamos ante uno de los procesos más importantes de la historia de la democracia, así que es fácil entender que haya una gran atención mediática. Día a día se señalan como definitorias partes del elefante que son solo atributos. Hay que recordar que el juicio no ha terminado y que seguimos ciegos, intentando ver. Tal vez así no confundamos trompas con serpientes.

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