Diario de León

TRIBUNA

Cuernos, tridentes y patas de chivo

Publicado por
DAVID LÓPEZ FERNÁNDEZ
León

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HACE APENAS un par de días nuestra tan moderada Iglesia, a través del cardenal de Toledo y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio Cañizares, hacía un llamamiento a los centros religiosos concertados de este país: reformar la asignatura de Educación para la Ciudadanía, adaptándola a la moral cristiana, para poder así impartirla en sus centros, es «colaborar con el mal». Hasta aquí podíamos llegar: resulta que ahora a Zapatero le han salido cuernos y patas de chivo; si ya lo dice la Biblia: cuando Jesús se dispone a curar a un endemoniado, le pregunta al espíritu maligno cual es su nombre, y este le responde «Mi nombre es legión, porque somos muchos» (Marcos, 5, 1-9). Efectivamente, seguro que la Iglesia tiene millones de nombres del maligno: Zapatero, De la Vega, Zerolo, Cabrera, Rubalcaba, Blanco y así hasta completar los varios millones de socialistas «guerracivilistas y quemaiglesias» que hay en este país, entre afiliados y simpatizantes; seguro que, si nos ponemos a hilar fino y jugamos un poco con la ciencia cabalística, de las iniciales del PSOE se puede sacar el 666, número de la bestia. Ironías a un lado, el mensaje apocalíptico de la Iglesia es, como mínimo, muy poco oportuno: para empezar, no tenemos muy claro que significa eso de: «colaborar con el mal», porque claro, si se trata de exorcizar al sistema democrático y de derecho, debemos eliminar a la «corte de Lucifer» del gobierno, y para ello no se puede dar tregua: la única solución es la desobediencia civil, la protesta y la bronca, todo para salvar las almas inocentes de los españoles, consiguiendo que voten al Partido Popular. Si se quiere hacer uso de la objeción de conciencia, se debe comprender que es completamente libre y voluntaria, y que no se puede obligar a nadie a objetar ni a hacerlo como le impongan: si los colegios religiosos pretenden adaptar la asignatura a sus ideales, nadie puede impedírselo; ¿nadie? No, alguien si puede: el Gobierno y la legalidad vigente. Las asignaturas, las materias que se imparten en los colegios, los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales de nuestros estudios los marca el Ministerio de Educación, en colaboración con las comunidades autónomas excepto en (vaya, qué curioso) la asignatura de Religión, que es competencia única y exclusiva de la Iglesia. Por tanto, y si nos ponemos a hilar fino, no se puede permitir, porque es ilegal, modificar el contenido de una asignatura para amoldarla a ningún tipo: a nadie se les escapa que no se puede modificar el contenido de las asignaturas de Biología, Ciencias de la Naturaleza, etcétera, para incluir así las tesis creacionistas frente a la teoría evolutiva de Darwin, completamente contrastada y demostrada. La asignatura de Educación para la Ciudadanía no es la nueva biblia negra; de hecho, nuestros obispos deberían saber que es una asignatura propuesta desde la Unión Europea, donde dominan los democristianos. No entendemos el punto en el que la Iglesia ve mancillados sus principios: ¿en la defensa y conocimiento de la Declaración de los Derechos Humanos? ¿En la crítica y erradicación de la injusticia social, la xenofobia, el racismo, la homofobia? ¿En el conocimiento de sus derechos y deberes como ciudadanos y del funcionamiento de las instituciones del Estado? Comprendemos que la Iglesia española añore aquellos cuarenta años en los que hacía manitas con el gobierno, gobierno completamente ilegítimo y antidemocrático, que se regía por el Nacionalpatrioterismo y (que curioso) el Nacionalcatolicismo; aquellos maravillosos años en los que la Iglesia, colaboracionista, ideóloga y activista de un régimen fascista condenado internacionalmente, campaba a sus anchas en el sistema educativo imponiendo asignaturas como FEN (Formación del Espíritu Nacional) en el que se adoctrinaba a los jóvenes con los principios del régimen y de un cristianismo medieval, alejado de las reformas del Concilio Vaticano II. Señores obispos, deben recordar que España es un estado laico y aconfesional, en el que, por lo tanto, no se puede permitir la injerencia de ninguna religión en la vida política, y la educación forma parte de ella. La asignatura de Educación para la Ciudadanía no supone ningún tipo de adoctrinamiento, únicamente expone diferentes aspectos éticos y cívicos que recogen las diferentes leyes que los españoles, a través de las instituciones políticas, creamos o no en Dios, nos damos. La religión, en cambio, es, y creo que sigo sus planteamientos, algo más personal e íntimo, que se desarrolla en el seno familiar y dentro de la comunidad cristiana, y que no tiene porque comulgar con la vida cívica del país, siempre que ésta última permita su normal desarrollo. Jesús dijo: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». El gobierno no interfiere en los contenidos de la asignatura de religión; ¿Cuándo piensan tomar ejemplo?

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