Diario de León
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CON LA operación «Castaño», la policía se ha apuntado un buen tanto incautando 4 toneladas de coca. Una fortuna. A 30 euros el gramo son 120.000.000 de euros, es decir, casi 20.000.000.000 de las antiguas pesetas. Eso si que es un premio de los Euromillones y no el que le tocó a un señor de Castilla La Mancha. Sin embargo, esto no deja de ser una gota de agua en el mar. Cabe preguntarse cuántos barcos como este arriban a nuestras costas sin que tengamos el menor conocimiento de ello. Cabe preguntarse también por qué hay tantos chalés forrados de mármol en Villagarcía de Arosa. Somos el segundo país del mundo en consumo de cocaína, según datos de hace seis meses, y sólo por detrás de Estados Unidos. Eso dice muy poco de España, pero ¿quién tiene la culpa de ésta situación? En privado -y en voz muy baja-, responsables de la Udyco aseguran que apenas interceptan uno de cada veinte envíos. Las costas son muy grandes y ellos muy pocos. Apelan a la concienciación social, al apoyo de las instituciones y al lucero del alba, pero a no ser que desarrollen superpoderes como los Cuatro Fantásticos o Spiderman, lo llevan claro. Muy recientemente, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, pedía en las páginas de El País un apoyo más decidido por parte de España y de la Unión Europea para sacar a su nación de la denominada «narcoeconomía». Colombia produce la mitad de la cocaína mundial, y es por tanto el principal exportador. España es el segundo importador más importante y Galicia su punto de entrada, así que ¿a qué esperan las autoridades comunitarias para volcarse con este problema y en particular con esa comunidad autónoma? Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil; el cazador espera a la presa junto al estanque, no se mete en el bosque. Colombia es muy grande y está fuera de Europa. Galicia es grande, pero no tanto, y está muy cerquita de Bruselas. En kilómetros, al menos.

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