Diario de León

IDENTIDAD SECRETA

No somos inmortales

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EL SER humano tiene varios defectos de fabricación, pero tal vez el más sutilmente peligroso sea el de no ser capaz de concebir el propio final de la existencia. Se hace difícil pensar en la propia muerte. La muerte como realidad, una gran nada de color negro. O mejor, de ningún color. Todo lo que nuestra experiencia ha conocido rechaza ese concepto. ¿En qué se traduce ese defecto de fabricación? En muchas conductas estúpidas, pero hoy quiero hablar de una que está tristemente de actualidad: beber y subirse a un coche. Vamos a ilustrarlo con tres ejemplos: Escena de un bar de carretera. Una familia sale de vacaciones. Paran a comer algo. El padre pide una comida copiosa, porque está muerto de hambre y comiendo relaja la ansiedad que le han producido los críos. Para bajarla, una copita de vino. Tal vez dos. Resultado: sus reflejos han disminuido en un 43%, y ahora frenar a una velocidad de 120 km/h le llevará 83 metros. Un estadio de fútbol entero. En la mesa de al lado, un camionero está tomándose un buen filete de carne y tres cervezas. No debería tomar ni una. Ni una. Se toma tres, porque es verano y hace mucho calor. Resultado: el cansancio de la conducción aumenta en un 35%, los reflejos disminuyen un 38%. Un poco más tarde, unos amigos salen de copas. Como no son del todo imbéciles, designan un conductor. El chico no se coge la cogorza del siglo como sus compañeros, pero se toma tres cubatas para no aburrirse, o porque quiere ligar, o simplemente porque le da envidia. Resultado: sus reflejos disminuyen un 57%. Está acostumbrado a tomarse seis o siete, así que tres cubatas no le parece mucho. Se siente un poco mareadillo, pero dice la frase que llena los cementerios cada fin de semana: «Yo controlo». Y sube al coche. Todos hemos sido testigos -o peor, protagonistas- de estos tres ejemplos alguna vez. Y todos nos creemos conductores buenísimos, supermanes del «yo controlo», a los que el alcohol no les afecta gran cosa. E inmortales. Sobre todo, esto. Vemos la muerte como algo lejano y brumoso, que tiene que ver con tumores, ataques al corazón y camas de hospital. Todo es mentira. Y a ver si nos damos cuenta de una santa vez.

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