Diario de León

EN BLANCO

Qué esperar de los próximos 200 días

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EMPEZAMOS curso político, y en los ambientes de las salas de prensa de la Moncloa, Ferraz y Génova se respira el olor a campaña. No es cierto. La campaña empezó la misma noche del 14-M, cuando los que perdieron no aceptaron su derrota. Los dos púgiles han estado dándose de bofetadas por todas partes: en el súper, en la cola del banco y hasta en los vestuarios. Por fin, ahora, saltan al cuadrilátero. En la esquina azul tenemos un político al que los duros bancos de la oposición no han endurecido el trasero, más bien al contrario. El líder del Partido Popular aburre hasta a sus propios votantes, que preferirían otras opciones como las de Rato y Gallardón antes que el barbudo profeta del desastre. Si esto fuera una novela de mi buen amigo Javier Sierra, el personaje de El Agorero de La cena secreta le iría a Mariano Rajoy como mano al guante. En el otro extremo del cuadrilátero tenemos a un hombre al que le han sentado muy bien los meses en La Moncloa. Este columnista se equivocó de medio a medio al juzgar a José Luis Rodrígurez Zapatero en sus inicios como presidente. Le creí demasiado blandito, incapaz de tomar decisiones y muy capaz de casarse con todo el mundo. Pero han pasado tres años y ZP ha sido capaz de cambiar esa imagen de Presidente por Accidente a una de relativa confianza y eficiencia, de lo que tenemos que alegrarnos todos, incluso quienes no creíamos en él. Ambos partidos llegan tocados al tramo final. En la gestión del Partido Socialista pesa sobre todo el tremendo error de dar alas a ETA, con las mejores intenciones y los peores resultados. En la gestión del Partido Popular pesa la lamentable falta de aquiescencia con la voluntad de los españoles al relegarles a la oposición. Quedan doscientos días y resulta imposible predecir hacia dónde se inclinará la balanza. Pero sí podemos expresar un deseo contundente: que después de tres años de crispación y falta de respeto tengamos una campaña electoral dentro de los límites de la tolerancia y la corrección política. Sería toda una novedad.

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