Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

Creado:

Actualizado:

EN EL otoño, cuando las hojas caen y, según los poetas, las musas engordan y amplían sus abarcables cinturas, también cambian las circunstancias económicas. Los pesimistas dividen las épocas en dos clases: las malas y las peores. No tienen razón. Aquí hemos vivido una larga bonanza que ha puesto a prueba nuestra capacidad de adaptación, demostrando que los españoles tenemos una gran inteligencia para acoplarnos a vivir con más dinero suelto. Ahora, el cambio del ciclo inmobiliario está provocando suspensiones de pago, que desdichadamente no van unidas a la suspensión del apetito colectivo. Como en el verso de César Vallejo, «un albañil se cae del andamio y ya no almuerza», pero a otros les están quitando el andamio y siguen viviendo, pero algo peor. Los economistas, que están en inmejorables condiciones para explicar por qué ocurren las cosas que no tenían previstas, dicen que la crisis tiene su origen en las hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos. O sea, que cuando el Imperio estornuda, las demás naciones siguen cogiendo unas pulmonías tremendas. El efecto más visible entre nosotros es el retorno a la maloliente condición de peatones de muchos compatriotas: los coches han sufrido la caída más grave de las ventas en los últimos cinco años. Nunca sabremos por qué varían los ciclos. Claro que lo mismo les pasaría a quienes tuvieran 29 años cuando empezó «la guerra de los 30 años». No sospechaban que su final iba a dejarles al borde de la jubilación. Hay que echarse a temblar cuando se enfría el consumo, pero está claro que el miedo es siempre peor que aquello que se teme. No se les puede pedir a los morosos que tomen las cosas con más calma, pero los cobradores del frac tienen un gran futuro.

tracking