Diario de León
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PEDRO VICENTE
León

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LA POBLACIÓN lucense de A Fonsagrada ha sido noticia por ser la primera de España en llevar a cabo el llamado «apagón analógico». Significa ello que los vecinos de dicho municipio se han adelantado dos años a la fecha establecida para sustituir la televisión analógica, la de toda la vida, por la televisión digital terrestre (TDT), un nuevo sistema que, además de mejorar la calidad técnica, permite multiplicar la anterior oferta televisiva. Entre las novedades, destaca la puesta en marcha dos canales autonómicos privados en cada comunidad. A partir del 3 de abril del 2010 ninguna televisión, ni estatal, ni autonómica ni local, podrá emitir si previamente no dispone de las correspondientes licencias digitales. Las de ámbito estatal hace tiempo que están adjudicadas, lo mismo que la mayor parte de esas nuevas televisiones autonómicas privadas, así como de las televisiones locales. Pero en el nuevo mapa televisivo aparece un gran agujero negro, o, si se prefiere, un gran agujero en blanco: el de Castilla y León, donde el gobierno autonómico sigue siendo incapaz de hacer los deberes. El 8 de septiembre del 2005 la Junta aprobó un decreto estableciendo el régimen jurídico de la TDT, paso previo a la convocatoria del concurso público preceptivo para adjudicar las 84 televisiones locales asignadas a Castilla y León en el plan técnico nacional. Ese mismo día, el consejero de Fomento, Antonio Silván, anunció que dicho concurso sería convocado antes de finalizar ese año. Luego se dijo que no daba tiempo hasta el 2006, después que sería en el 2007 y esta es la fecha, va para tres años, sin que se haya producido ni esa convocatoria ni la correspondiente a las dos licencias de televisión autonómica privada. La dejación e irresponsabilidad de la Junta en esta materia es inconcebible. Con el agravante de que se produce en una de las escasísimas comunidades (sólo quedan Cantabria y La Rioja) que ha renunciado a dotarse de una televisión autonómica pública. Cierto que esta última decisión es del todo opinable. Pero lo que clama al cielo es que, al tiempo que se renuncia a la opción publica, se bloquee el desarrollo de esos canales autonómicos privados y se mantenga en una situación de precariedad e incertidumbre a las decenas de televisiones locales que llevan años emitiendo en analógico. Curiosamente, Soria fue elegida hace tiempo provincia piloto para adelantar al 31 de diciembre del 2008 el «apagón analógico», esto es, para llevar a cabo en esa fecha lo que han hecho el otro día en A Fonsagrada. Pues bien, si eso ocurriera en este momento, y sólo faltan ocho meses, los sorianos dejarían automáticamente de ver sus televisiones locales, ya que las mismas quedarían automáticamente fuera del espectro por carecer de la necesaria licencia para emitir en digital. Por si fuera poco, el irresponsable bloqueo de la TDT en Castilla y León ha paralizado de paso la adjudicación de las nuevas emisoras de radio en FM -nada menos que hasta un total de 138- asignadas desde el 2006 a la Comunidad en virtud del nuevo plan técnico nacional de radiodifusión. Visto el panorama, más que de «apagón analógico», en Castilla y León resulta más propio hablar de «apagón digital».

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