Contratiempos

HAY DÍAS EN los que conviene recordar el consejo de Ramón Gómez de la Serna de no pegar la frente a los cristales de la ventana: se nos puede transmitir toda la desolación del mundo. Son días iguales que los otros y pueden confundirse con los que vienen formando parte de la procesión del tiempo, pero se presentan más por esta época del año, cuando los árboles reparten prospectos amarillos por las aceras y nos parece que hace más frío que nunca. La sensación de ser un extraño se acentúa en esas ocasiones y más que un huésped algunos nos consideramos como unos realquilados con derecho a cocina. ¿Cómo será este extraño lugar cuando no tengamos memoria de él? Los que creemos en el progreso moral, mucho menos evidente que el material, debemos alegrarnos: la Corte Penal Internacional, único tribunal permanente con autoridad para procesar por los delitos de genocidio y crímenes contra la humanidad, ha declarado, al fin, ilícito el reclutamiento de niños soldados.

La construcción de un alma colectiva va para largo o, dicho de otra manera, el futuro de la humanidad está muy distante porque no hemos sido capaces de abandonar Atapuerca. En lo que a mí se refiere, que soy el hombre primitivo que tengo más a mano, recuerdo que no pude votar hasta que tuve cerca de cincuenta años. Así estaban las cosas. También me pilló crecidito la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Mi tiempo estuvo lleno de contratiempos y lo que me pasó a mí le ocurrió también a mucha gente que apareció por aquí por aquellas fechas. Si nos descuidamos no vemos la prohibición teórica de que los niños ejerzan de patriotas, de guerreros, de asesinos y de mártires.